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El picudo del algodón no reconoce fronteras

Jesús Leguiza
Fundación Federar

El picudo el algodón es una plaga proveniente de México que insiste en invadir las plantaciones algodoneras argentinas. Desde hace 8 años el sector privado y el gobierno tratan de contener el casi inexorable avance desde el Brasil. Ahora se requiere una estrategia sanitaria regional, similar al caso de la aftosa.

El picudo del algodón es una plaga que en un siglo se expandió desde México a todo el continente y ha provocado importantes pérdidas económicas, tanto a grandes y pequeños productores como también a la industria textil. Diego Ramírez, inquieto investigador y periodista especializado en temas agrícolas, ha manifestado en una oportunidad: -“En 1920 el Departamento de Agricultura de EEUU ha promocionado el cultivo del algodón en otros países, incluyendo en nuestra región chaqueña, para evitar el desabastecimiento de su propia industria, dado que el picudo provocó daños irreparables en toda el área productora norteamericana…-.”. La plaga entró a Brasil a principios de los años ’80, quizás antes; luego se expandió a Paraguay. Desde 1990 el picudo amenaza a la Argentina y a Bolivia haciendo sus primeras incursiones en la zona de Pilagá (Formosa) y en el noreste de la provincia del Chaco. Es importante recordar que en la campaña 1996/97 se sembró un millón de hectáreas, que la industrial textil está en expansión y que el precio del petroleo está por las nubes. Ahora el cultivo del algodón vuelve a ser muy importante.

El picudo sin fronteras

En EEUU se ha combatido al picudo durante más de 90 años, infructuosos esfuerzos y pocos resultados; hasta se llegó al estado de ánimo de resignación, al convencimiento de convivir con la plaga. Recién en 1980, los técnicos y autoridades, ajustaron los procedimientos para combatir al dañino insecto que tiene la costumbre de alimentarse del botón floral del algodón e inhibir la salida del fruto y del capulllo del algodón. El impacto de su voracidad es directo y atróz, disminuyen los rendimientos y la producción hasta el extremo de hacer desaparacer algodonales enteros como sucedió en el sur de ese país. Los productores algodoneros del Estado de Paraná (Brasil) antes eran 100.000, ahora no llegan a 20.000, la principal causa el picudo del algodón.

En Argentina, la base de la sanidad vegetal es el Decreto-Ley 6704/63 (arts. 5 y 6). La sanidad de las plantaciones es responsabilidad directa de los agricultores, cualquiera sea el régimen de tenencia de la tierra; éstos, además de cuidar la sanidad de sus predios, debén denunciar ante la autoridad competente cualquier problema de esta naturaleza (enfermedadas o plagas) a fin de evitar contagios y/o diseminaciones que provoquen problemas mayores a nivel zonal o regional. Por otro lado, la industria del desmote de algodón, en este caso, tiene la obligación de cuidar a sus proveedores, que son los agricultores. Desde 1997, existen normas y mecanismos de financiamiento, privado y público, para combatir al picudo en las zonas algodoneras de nuestro país. Asimismo el SENASA colabora directamente con su par del Paraguay para prevenir y combatir junto a los agricultores del departamento de Ñeembucú, lindante con Chaco y Corrientes.

Para el picudo del algodón no existen fronteras, aprovecha los vientos predominantes y representa una amenaza para la producción, dado que provoca pérdidas considerables en la producción primaria, disminuye los rendimientos y la calidad; aumenta en los costos debido a la mayor utilización de agroquímicos, con la consecuente contaminación del medio ambiente. En forma indirecta provoca una menor actividad industrial en los centros locales de desmote, en la industria hilandera, de tejidos y de confección, es decir todo el sector textil que utiliza fibras naturales. A su vez, los Gobiernos tienen menor recaudación y mayores gastos para sus programas de apoyo parcial de combate de la plaga o para asistencia a los pequeños productores que se quedan sin fuentes de ingreso. Argentina necesita por los menos 3 millones de dólares anuales para prevenir y combatir los incipientes focos de infectación. -“La gran incognita y preocupación es el Gobierno Federal de Brasil, cuyo Ministro Rodríguez tiene voluntad pero no tiene presupuesto para ayudar a los principales estados algodoneros”-, dijo don Jorge Maeda, Presidente de la Asociación Brasilera de Productores de Algodón (ABRAPA) y uno de los mayores productores de algodón del mundo. También agregó: -“…hasta es posible que algunos paises importadores nos impongan barreras fitosanitarias por esta cuestión; tal es el caso de China, que ni siquiera acepta tratamientos cuarentenarios”-.

Dada la experiencia adquirida por los países y, principalmente, por Argentina que acertadamente decidió por erradicar focos y descartó desde el inicio el camino de la convivencia, es necesario un nuevo enfoque que permita maximizar los resultados y minimizar los esfuerzos, mediante un trabajo mancomunado, coordinado y, por sobre todo, con propuestas privadas comunes hacia los gobiernos de la región.

Estrategia regional

Actualmente, a iniciativa de la Cámara Algodonera de Argentina (CAA) junto a la Cámara Algodonera del Paraguay, “CADELPA”, la Asociación Brasileña de Productores de Algodón, “ABRAPA” y la Asociación Productores de Algodón de Bolivia, “ADEPA” se está formalizando un importante acuerdo regional para “tomar el toro por las astas” y luchar contra el picudo del algodón en forma seria y sistemática. Un ejemplo de cómo ayudar y no disputar.

El objeto del acuerdo es lograr un frente común, coordinado y coherente, para que las partes puedan combartir al picudo del algodón que azota a la región y, consecuentemente, mejorar la competitividad sectorial a fin de contener la invasión de productos textiles de la China y otros países del sudeste asiático. Los esfuerzos realizados hasta al momento han sido importantes y necesarios, pero no suficientes. Es oportuno, mantener y profundizar políticas públicas congruentes y los gobiernos deben apoyar con firmeza a sus respectivos organismos de sanidad vegetal.

Es intención de las Cámaras y Asociaciones intervinientes, según el texto del acuerdo en marcha: “a) Desarrollar propuestas de intervención fitosanitaria que garanticen el éxito de productores en la lucha contra la plaga; b) Apoyar el desarrollo y la ejecución de acciones de los gobiernos en beneficio directo del sector algodonero, principalmente en materia sanitaria; c) Propiciar el combate y/o el control de la plaga a través de técnicas de detección temprana y del uso racional de pesticidas, insecticidas y otros elementos químicos, disminuyendo los riesgos de intoxicaciones de los trabajadores y los pequeños productores; d) Generar instancias regionales para el desarrollo de actividades fitosanitarias que sean prioritarias a fin de mejorar la competitividad; y, e) Fortalecer la capacidad regional del Mercosur en los procesos de integración con otros bloques regionales o hemisféricos.”.

El Banco Intermarericano de Desarrollo (BID) puede jugar un rol muy importante con su nueva política de bienes públicos regionales. Puede asistir a cada país con préstamos existentes para que los mismos actúen de manera similar a la Argentina, que ha roto con la “creencia” de la convivencia con la plaga. La sanidad es el capítuto más importante de la política agropecuaria que se pretenda ejecutar a nivel sectorial, más allá de las retenciones que son coyunturales. Lo importante es que los actores privados no caigan en la confusión o pretensión de mezclar la sanidad vegetal con otros temas como el de modificar el regimen de tenencia de la tierra, ni para establecer precios sostén ni mucho menos para que el Estado de apropie de lo que no es suyo. Ahora lo sustantivo es no perder la posibilidad de producir todo lo otro es secundario, mejor dicho ocioso.

El reclamo de un Ministerio para el agro

Ambito Financiero, 08/09/05

Jesús Leguiza – Fundación Federar

 Desde hace tiempo, dirigentes y productores del agro reclaman un Ministerio propio para el principal sector productivo de la Argentina, un ministerio que los represente en forma objetiva y directa en el gabinete nacional; no para pedir subsidios o protecciones especiales, simplemente para evitar discriminaciones. El agro también transitó por los años `90 con el tipo de cambio fijo, la desregulación, la apertura comercial; se endeudó y sufrió pero no bajó los brasos ni fugó dinero al exterior. Invirtió en máquinas, equipos, tecnología y duplicó la producción. Sin embargo, no todos los que producen son igualesante la ley;  prejuicos, falsas premisas y las retencionesmarcan la diferencia. 

Un poco de historia. Los dirigentes y estadistas de la generación del ’80 han sido preclaros al crear e impulsar instituciones que hicieron historia. Guillermo Arana ha escrito en 1998, año en que se cumplían los 100 años del Ministerio de Agricultura: … “el primer antecedente del Ministerio fue la creación del Departamento de Nacional de Agricultura en el ámbito del Ministerio del Interior. Sarmiento ha sido el mentor desde el sillón de Rivadavia, allá por 1871. Posteriormente, en la presidencia de Julio A. Roca, se creó el Ministerio de Agricultura y  el primero en ser  designado ministro fue Emilio Frers”

La Constitución de 1853, base de la organización nacional, previó hasta cinco  ministerios. Con las reformas realizadas por la Asamblea Constituyente de 1898, el número de ministerios se elevó a ocho, a saber: Interior, Relaciones Exteriores, Hacienda, Justicia e Instrucción Pública, Guerra, Marina, Agricultura y Obras Públicas. El Ministerio de Agricultura se organizó con 4 direcciones: Dirección de Agricultura y Ganaderia, la Dirección de Tierras y Colonias, la Dirección de Comercio e Industrias y la Dirección de Inmigración. En la Argentina existió el Ministerio de Agricultura durante más de 70 años.

Otros países. Los principales países del mundo tienen sus propios ministerios del agro, por ejemplo: EEUU cuenta con el Departamento de Agricultura (el rango de Departamento de Estadoes de Ministerio). Lo mismo sucede en Australia y el Reino Unido. En Francia existe el Ministerio de la Agricultura y la Pesca. España tiene el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y en Alemania se denomina Ministerium Ländlicher Raum. También tienen rango de ministerio en Italia, Holanda, Nueva Zelanda. Brasil y Chile, aquí cerca, etc., la lista es extensa. 

El tema importante noesrecrear el Ministerio de Agricultura. Lo sustantivoeslograr tener atención y consideración, voz y voto, en el más alto nivel de decisión, tanto en el Poder Ejecutivo como en el Legislativo. Para ello, la actual Secretaría de Agricultura de la Nación hasta podría subir de rango con solo pasar al ámbito de la Presidencia de la Nación y, también, la mayoría de los  legisladores nacionales deberían defender más al agro, no solo unos pocos participando de las comisionesde agricultura y economías regionales. Imponer impuestos son facultadesdel Congreso Nacional.

 Antagonismos. Estamos llenos de antagonismos: entre el campo y la industria, entre lo nacional y lo extranjero, entre peso y el dólar, entre lo productivo y lo financiero y tantas otras confusiones más que no nos dejan ver ni crecer.  En los últimos 50 años se instaló el mito que la producción primaria se relaciona con el atraso, el subdesarrollo y la dependencia.  EEUU, la primera economía del mundoes, a su vez, la principal productora de bienes agropecuarios del planeta, incluso ayuda a sus productores a través de la Farm Bill con subsidios directos e indirectos. Europa, con la PAC, otorga subsidios a malsalva hasta a los terratenientes, muchos también miembros de la nobleza, quienes reciben millones de Euros.

 En el Norte ayudan y nosotros castigamos aplicando retencionesincluso a los pequeños productoresde 50 hectáreas de soja, maíz o trigo. Y lo más graveesque aplicamos retencionesa las exportacionescon argumentos no válidos comoese de no permitir la apropiación total de la renta de la tierra, desconociéndose el derecho de propiedadestipulado en la Constitución y en el Código Civil; con conclusioneso deduccionesque se basan premisas falsas, comoestas de implantar retencionespara que no suban los precios internos, uno se pregunta: ¿cuánta soja se consume en país?; o, con justificacionesengañosas como aquellas de destinar recursos para afectacionesespecíficas cuando ni siquiera figuran en el presupuesto nacional.

 Argumentacionesde dudosa comprobación, en general juicios no fundamentados, que surgen de áreas no competentes. Con la cuota Hilton interfieren los juecesy con las retencionesinterfieren directamente empresarios privados (solicitada de adhesión del hombre visible de la Serenísima). Sin embargo el precio de la leche y de la carne sigue subiendo y seguirá subiendo. ¿Se aplicarán retencionesa productos que no se exportan?. Mal diagnóstico y peor remedio.

 A los perjudicados, los productores. ¿Quién los defiende?. Podría ser una Secretaría o un Ministerio de Agricultura, Agroindustrias y Alimentos, para evitaresa vieja dicotomía entre el campo y la industria. Antagonismo impulsado por la “industria”, en realidad solo por algunos industrialesque no fueron ni son competividos y que vivieron con las prebendas del Estado, a través del IAPI, de la banca oficial, como el  BANADE, y ahora del tipo de cambio artificialmente alto. La protección y promoción para los no competitivos se denomina “política productiva con tipo de cambio competitivo” y la discriminación para el agro se llama retenciones. En marzo de 1976 las retencionesa la soja superaban el 50 %  del valor FOB, cuando el cultivo todavía era incipiente. ¡Qué visionarios!. 

 No existe el tipo de cambio competitivo, pueden existir regionescompetitivas, actividadescompetitivas, productos competitivos, empresarios competitivos, pero no tipo de cambio competitivo. Esta denominación rebuscada oculta, con picardía, al tipo de cambio artificialmente alto. Para conocer si el pesoestá subvaluado o sobrevaluado con respecto a otra moneda extranjera (p.e. el dólar) no se necesita mucha ciencia, mucho conocimiento o gran sagacidad para la observación de la realidad. Cuando la gente, que habitualmente veranea en la costa argentina, decide veranear en las costas de Brasil, Miami o más lejos, entoncesel pesoestá sobrevaluado. Cuando vemos, como ahora, mochileros europeos, que bajan a Ezeiza y polulan por Buenos Aires, Bariloche y la Quebrada de Humahuca, entoncesel pesoestá subvaluado. Existe la decisión clara de favorecer a unos y dañar a otros. Se vuelve a las antonómias del pasado. Falta un tipo de cambio de equilibrio, falta equilibrio.

  También falta quien defienda al agro argentino. Todavía hoy vemos, elescudo con la leyenda de “Ministerio de Agricultura”, en la entrada del viejo edificio de Av. Paseo Colón al 900 como un callado reclamo de su verdadera identidad.  Es necesario hacer reclamosesta naturaleza, desde la historia, desde la comparación con otros, desde la razón y el entendimiento; también la emoción. Solo falta quien ponga el cuerpo y decida.  Esta es la propuesta.

Ginóbili, retenciones y tipo de cambio

Revista “El Federal” – 11/08/05 y reproducido por Semanario «Tiempo Argentino» – Nro. 12 2005

Jesús Leguiza – Fundación Federa

 Irónica analogía explica en qué consisten las retenciones a las exportaciones del agro y la política de tipo de cambio nominal alto. ¿Subirán las tasas de interés para evitar la inflación?.

 Ginóbili es un gran jugador de básquet, todo el mundo lo sabe. Es un producto de nuestras pampas, nació con condiciones especiales (ventajas comparativas) predestinado para la alta competencia. Para ser jugador tuvo que aprender, mejorar la técnica, entrenar y sacrificarse; tuvo que invertir tiempo y esfuerzo.

 Así triunfó en el mercado interno y se convirtió en un producto de exportación (ventajas competitivas). Primero, fue a Italia y luego EE.UU. Fue campeón olímpico y dos veces campeón con San Antonio Spurs en la NBA, la liga más competitiva del mundo. Tuvo que llegar, ser aceptado, lograr dobles, triples, rebotes y asistencias, para ser reconocido. Su hazaña creció y crece día a día. Así lo demostró participando en el juego de las estrellas, en febrero pasado, y también ahora, en las últimas semanas.

 ¿Qué pasaría si regresa al país para quedarse? Bueno, alguna vez lo hará. Es posible que un experto en economía de un hipotético gobierno logre que se le apliquen “retenciones”, por ejemplo un 20 %. Estas “retenciones”, en la práctica, restarán una parte de la picardía y de las habilidades físicas del famoso jugador. Con ese 20% se crea un Fondo para la Equidad Deportiva (FED), administrado, obviamente, por un fideicomiso, para que otros tengan oportunidad de crecer y triunfar como Ginóbili. La medida es aplaudida por muchos, pero sobre todo por unos diez gorditos petisos ansiosos que están esperando para jugar al básquet.

 ¿Por qué no dar a cada uno de los gorditos una parte proporcional de la destreza de Ginóbili a fin de lograr una mayor competitividad general? Es entonces cuando aparece un burócrata experto en repartir lo que otro burócrata le quitará a Ginóbili con las retenciones. ¿Qué pasará? Es obvio. Ginóbili no podrá jugar jamás como antes y los gorditos nunca llegarán siquiera a jugar en la reserva del Club Unión Industrial, -perdón-, del Club Unión y Progreso de su propio barrio.

 Esto es lo que sucede con las retenciones a las exportaciones del agro y de la agroindustria. Son impuestos arbitrarios y discriminatorios, que amputan parte de las capacidades competitivas del país, de sus regiones y de sus mejores jugadores. El agro es parte de un equipo –la Argentina– que concentró habilidades en los ‘90 pero no puede aprovechar al máximo, tal como Ginóbili disfruta de sus éxitos. En realidad, el problema no son las retenciones; ellas son un efecto, una consecuencia. El problema es el tipo de cambio artificialmente alto, que genera, por un lado, un excedente agrícola aprovechado por el Estado, “una cacería dentro del zoológico” y, por otro, una protección-promoción cambiaria para las actividades no genuinamente competitivas. “Es una verdadera política productiva”, repiten muchos poco precavidos y callan otros pocos, decididamente pillos. En rigor de verdad, son políticas peligrosas, poco confiables, tal como la “ficción del uno a uno”. No se exportan productos, cualquiera sean, se exportan salarios bajos. El tipo de cambio bajo, política de la segunda mitad de los ‘90, generó todo lo contrario; no se importaban espejitos de Taiwán, se importaban salarios de hambre del sudeste asiático.