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Inflación provocada y retenciones

Ámbito Financiero, 10/08/2005

Jesús Leguiza
Economista y ex Subsecretario de Agricultura

En el Ministerio de Economía se piensa que las exportaciones son la causa del aumento de precio de la carne, los lácteos y también de otros productos. Sin embargo, las presiones inflacionarias están presentes desde devaluación del 2002.  Ahora, con la política de tipo de cambio alto, se inyecta más presión inflacionaria al sistema económico.

Antes de enero del 2002 era evidente el desajuste del tipo de cambio. Entonces, se decía que la economía argentina tenía salarios muy altos en dólares y que Buenos Aires era una de las ciudades más caras del mundo. La opción era la flexibilización laboral y deflación en el marco de la convertividad ó la devaluación e inflación fuera de ella (el cambio de modelo). Era manifiesto y urgente una alteración en los precios relativos. La misma convertivilidad, por otra parte, era insostenible por los déficts fiscales y la financiación con deuda pública. La Banelco y el Patacón.

En estos tiempos, se escucha con frecuencia la siguiente frase: -“el modelo cambió y ahora estamos a favor de lo productivo”-; aludiendo a lo productivo como algo incompatible con lo financiero. Esta es una creencia que delata un marcado desconocimiento de los conceptos económicos más elementales. Es un slogan o cliché instalado en el inconciente colectivo por la propaganda política para que los culpables fueran, entre otros, los bancos. En realidad estas cuestiones, lo productivo y lo financiero, son dos caras de una misma moneda: la economía real y la economía monetaria. En la jerga cotidiana se interpreta a lo productivo como lo bueno y a lo financiero como lo malo o lo no productivo. Otro de los grandes y falsos dilemas de muchos argentinos; disyuntiva superada en el siglo XVI, desde la época de Martín Lutero.

Precios relativos

En la economía, tanto real como monetaria, existen siete u ocho precios relevantes, los cuales también son indicadores de la marcha o evolución de aquella. El vínculo entre ambas caras es la tasa de interés y constituye el precio del ahorro y de los préstamos.  Los otros precios son:

a) el salario, precio del trabajo;
b) el beneficio, precio de capital físico, las inversiones;
c)  los impuestos, el precio de vivir en sociedad con un estado administrador;
d) las tarifas son el precio de los servicios públicos;
e) el tipo de cambio es el precio de la divisa o moneda extranjera; y,
f) los precios de los bienes y servicios.

Cuando éstos últimos aumentan de manera generalizada y sostenida reciben la denominación de inflación. De eso los argentinos sabemos mucho, como también sabemos que todos estos precios mencionados, a mediano y largo plazo, siempre van de la mano.

Desde enero del 2002, el tipo de cambio creció un 190% y el gobierno insiste en mantener al dólar en los $ 3, lo que equivale a un 200% de crecimiento desde que se abandonó la convertivilidad. La remuneración bruta promedio, o sea los salarios, creció entre esa misma fecha y mayo próximo pasado en un 40%. La inflación interna medida por precios mayoristas ha sido del 133% y los precios al consumidor crecieron en un 61 %, ambos al mes de junio de este año. El crecimiento de los precios mayoristas está a unos 60 puntos por debajo del crecimiento del valor del dólar pero a los salarios están todavía muy atrasados.

El salario no se ajustó por la flexibilización laboral, se ajustó por la brutal devaluación y los aumentos de precios minoristas. Las actividades que exportan se recuperaron rápidamente, porque sus ingresos crecieron en un 190 %, -menos las retenciones en algunos casos – y los salarios que pagaron crecieron solo un 40 %. Con la devaluación y con inflación ocurrida hasta ahora ya se provocó el cambio en los precios relativos; el salario medio ya quedó atrás, pero muy atrás. ¿Para qué más?. ¿Para qué generar más presión inflacionaria, equivalente a casi 60 puntos, que es la diferencia entre el crecimiento del dólar y la inflación interna mayorista acumulada?. El desafío y no menor es: ¿Cómo lograr que los asalariados recuperen los ingresos que le fueron birlados con el “impuesto devaluatorio desmedido”?.

Las retenciones y tipo de cambio

Los acuerdos de precios con empresarios, las retenciones o el control de los salarios no solucionará el problema de los precios internos. Por ejemplo, en la industria láctea existen empresas que abastecen al mercado interno con mayor preponderancia y otras que destinan gran parte de la producción a los atractivos mercados externos. En realidad lo atractivo de comprar en Argentina es el alto valor de dólar. Este es el principal imán que atrae a turistas y a importadores de todas las latitudes. No es un problema de exportadores ventajeros o de sindicalistas que recién se despiertan. El problema actual tiene una doble faceta: por un lado se generó presión interna en los costos, la devaluación induce a aumentos de salarios y tarifas; por otro lado, se genera presión externa en la cantidad de demanda debido al dólar artificialmente alto. Una manera de bajar ambas presiones, tanto interna como externa, es dejar flotar al dólar en el mercado libre. Las empresas que exportan pueden absorber los aumentos de costos sin problemas, tienen márgen y las empresas que no exportan, tienen que trasladar los aumentos de costos a los precios. ¿Se impondrán retenciones a los productos que no se exportan?

Si el valor del dólar actual fuera el doble o el triple, entonces habría más actividades o productos competitivos. ¿Es posible, es razonable?. Es necesario revisar las incongruencias del modelo del dólar alto con retenciones e inflación inducida. Fue válido para un periodo, pero ya no es más. Se está frente a un nuevo capricho, a una nueva convertibilidad de 3 a 1. El BCRA, cuya función especfíca es cuidar el valor de la moneda, programa y provoca la inflación con anticipación de un mes, otra tremenda inconsistencia. En los nuevos presupuestos se programa de inflación anual ??.

Con retenciones solo se reprime la productividad

Ámbito Financiero – 26/07/2005

La inflación está instalada y latente desde enero del año 2002; ha estado agazapada esperando el momento para manifestarse. Las retenciones a los lácteos, carnes, frutas y a cuanto producto exportable exista no es el instrumento más adecuado para el control de los precios internos. Ya es momento de dejar de mantener el dólar artificialmente alto.

Aumentar las retenciones a las exportaciones de productos lácteos es reprimir la actividad productiva que tanto se dice promocionar con la política del dólar alto. Sin ninguna duda se está actuando sobre el síntoma, no sobre la causa; se actúa con fundamentos precarios para tomar decisiones sumarias.

La causa real de los aumentos de precios son los efectos tardíos de la devaluación de 2002 y de la política de mantener el dólar alto. Meses atrás, iluminados en defensa de la «competencia» han propuesto, a manera de amenaza igual que ahora, un aumento de las retenciones a las exportaciones de carnes porque subió el precio de la misma en el Mercado de Liniers .

Cortes

Se ha alertado que los cortes que se destinan a las exportaciones (cuartos tra-seros de animales pesados) son distintos de los cortes con que se abastece al mer-cado interno (animales más jóvenes y de menor peso); también se ha aclarado que la causa de los aumentos se debía a la mayor capacidad de compra de gran parte de la población; basta recordar los sucesivos y necesarios aumentos salariales; un logro del gobierno actual para arreglar los males heredados, entre ellos la mayor devaluación del salario de la historia argentina.

El gran salto de producción de leche ha ocurrido entre 1991 y 1999, de 6 mil millones de litros a más de 10 mil millones. El récord del ’99 no ha sido superado a pesar de la devaluación de 260 %. ¿Es posible que las autoridades, después de esa desbordada devaluación, procuren evitar que los precios tiendan a acomodarse al nuevo nivel del dólar que ellas mismas mantienen alto?

En la macroeconomía existen siete u ocho precios relevantes (salarios, tasa de interés, beneficios, tarifas, impuestos, tipo de cambio y, por supuesto, el precio de los bienes y servicios). Si el precio de la divisa se «estabilizó» en un nivel de 190 % superior a los otros precios de hace tres años y, aunque hubieron algunas subas, a la corta o a la larga pero en forma inexorable, el resto de esos precios aumentará, no necesariamente en igual proporción (cambio de precios relativos). Por esta razón los últimos acuerdos de precios son insostenibles y estas medidas también lo serán.

El tironeo de los precios hacia arriba está causado por la última devaluación y por el dólar alto de ahora. El salario también es una consecuencia y lleva todavía un significativo atraso; con la devaluación de 2002 se dañó a millones de trabajadores y jubilados con ingresos fijos. Ahora se está haciendo nuevamente justicia social mediante la recomposición salarial de quienes tienen menores ingresos. Es sencillo entender y comprender que los mayores ingresos se destinen a mayor demanda carne y también de leche o de otros productos de consumo masivo.

Por el lado de la oferta, se debe reconocer que hubo una mejora en los precios a nivel de la producción primaria y que hubo aumento de tarifas a las empresas (gas y electricidad). Los lácteos que más aumentaron de precio en el mercado interno y durante el corriente año fueron los quesos (cuartirolo pategrás y reggianito); el producto lácteo que más se exporta es la leche en polvo, representa más de 75 % tanto en toneladas como en dólares; por otra parte, los lácteos que se exportan mantienen el mismo precio en dólares y el tipo de cambio está regulado y casi fijo desde hace mucho tiempo. No obstante, en caso de que la exportación sea la causa, la solución es dejar flotar libremente el dólar no mantener las retenciones.

¿Está seguro el Ministerio de Economía que las exportaciones son la causa de los aumentos de precios internos o es el mantenimiento de un dólar muy alto? Debería demostrarse efectivamente cuál la causa, de lo contrario, las retenciones no son el remedio apropiado. Quizás sea todo lo contrario, pero si el problema es el abastecimiento de la industria para el mercado interno la opción válida, en todo caso , es un dólar más bajo.

El efecto de la medida será menores ingresos para los productores de leche de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, las principales provincias productoras. Hace poco tiempo, y después de más de 2 años, lograron un reconocimiento de 55 centavos por litro. Ahora se les quitará de nuevo. ¿Son ellos los responsables de la política de tipo de cambio alto o de los efectos tardíos de la devaluación?

Si existe una presión de la demanda, es necesario aumentar la oferta; se pudo haber previsto a tiempo la importación de lácteos. Todavía existen países que subsidian la producción y se puede aprovechar esa oportunidad para equilibrar la oferta y la demanda adquiriendo productos más baratos o
abaratar las importaciones con un dólar más bajo. Soluciones positivas y no negativas como las retenciones.

Economías Regionales

Ámbito Financiero, 12/07/2005

Jesús Leguiza
Fundación Federar

En Argentina existen distintas regiones que generalmente se denominan economías regionales; la pampa húmeda también es una economía regional, pero no es considerada como tal. Para indagar sobre esta diferenciación es necesario ampliar el concepto de economía regional y sus orígenes.

Se denominan economías regionales a las regiones extrapampeanas. Esta concepción es precaria desde el punto de vista económico y conceptual. Cuando se habla o se escribe de “economías regionales” se está haciendo referencia a economías marginales a la pampa húmeda; por ejemplo: el algodón y las maderas duras del Chaco; la yerba mate y el te de Misiones; el arroz, las mandarinas y naranjas de Corrientes y Entre Ríos; los limones y pomelos de Tucumán y Salta, las peras y manzanas del Alto Valle; y, las lanas de la patagonia, entre otros.

Para indagar con mayor profundidad es importante conocer las distintas corrientes del pensamiento económico moderno en relación al concepto de economía regional. Los primeros estudios de la economía y su relación con el territorio surgen en el siglo IXX; hoy es una especialización académica conocida como economía espacial: regional y urbana.

El padre de la economía espacial, es decir el uso del espacio territorial y la localización de las actividades económicas, ha sido Johan von Thunen, que vivió entre los 1783 y 1850. Este hombre de origen alemán, que era propietario, agrónomo y economista, realizó estudios sobre la influencia de la distancia entre las explotaciones agrícolas y las ciudades; así construyó modelos que definían la mejor localización para determinadas actividades económicas en función del costo de los salarios y, principalmente, de los costos del transporte para el acceso a los mercados.

Otro precursor de la economía regional fue Wilhem Roscher, también alemán que en 1865 decía: “la industrialización de una región tiene como requisitos esenciales la existencia de una agricultura evolucionada, un consumo diversificado, una población capaz de permitir la división del trabajo, oferta de capital y medios de transporte adecuados”.

Albert Schaffle, en un libro publicado en 1873, logró identificar las dos tensiones opuestas que se manifiestan en un territorio, la centralización (aglomeración-simbolizada por la ciudad) y la descentralización (dispersión-simbolizada por lo rural); en términos de la física: fuerzas centrípetas y fuerzas centrífugas. Schaffle identificó, además, que existen actividades industriales de capital intensivo y mano de obra especializada que tienden a la centralización, hacia los centros urbanos. En cambio, otras actividades se localizan en determinadas áreas por influencia de factores diferentes, tal como el abastecimiento abundante de materias primas o la disponibilidad de energía barata. Un claro ejemplo del criterio de localización por los costos de transporte es la industria de la madera. Una planta de celulosa se debe localizar en el centro de abastecimiento de materias primas; sin embargo una fábrica de muebles se debe localizar en un centro de consumo. Para la primera es más barato transportar pasta de papel que rollizos y para la segunda es más barato transportar rollizos que muebles terminados.

Alfred Weber, hermano de Max Weber, determinó que los factores de localización eran también la riqueza disponible (stock de capital físico y financiero acumulado) y la renta (la riqueza creada anualmente, el producto bruto), pero no dejó de reconocer que el transporte y la mano de obra son los factores más importantes, al menos en términos generales. Entre estos se crea un tironeo, una tensión, que determina la localización óptima de cada actividad económica. En los años 30, un sueco llamado Tord Palander, relacionó la producción con el consumo; pero su aporte principal ha sido la encontrar la relación entre el progreso técnico y la localización. La tecnología permite salvar o independizarse de las desventajas naturales.

Por último, otros grandes creadores de la economía regional han sido Lösch y Chistaller con la teoría de los lugares centrales, según la cual los servicios ocupan un lugar determinante para la localización de las actividades económicas.

Volviendo a nuestro país, y sin agotar las recientes contribuciones a la teoría económica regional, la pampa húmeda es una región económica como el NEA, NOA, Cuyo o la Patagonia. ¿Entonces, porqué persiste esa diferenciación o distinción entre la pampa húmeda y el resto de las “economías regionales”?. La respuesta está en los conceptos teóricos de la economía regional aquí vertidos en forma suscinta. Es una región homogénea con importantes riquezas naturales y excelente localización. Existen inmejorables condiciones de producción, buenos suelos, adecuado régimen de lluvias y agricultores capacitados. Dispone de respetables obras de infraestructura y fácil acceso a puertos de suficiente profundidad y, además, cuenta con las denonimadas economías de aglomeración: población capacitada, servicios para el agro y para la industria, etc. Es una región integrada al mundo desde hace más de 120 años. Toda la región y múltiples actividades están vinculadas a los mercados mundiales porque existe demanda de granos, de aceites y otros subproductos. Por ejemplo, el 90 % de complejo sojero, que abarca desde producción primaria, los procesos industriales y los grandes servicios portuarios está localizado en un radio no mayor a los 300 kilómetros de la ciudad de Rosario. Ventajosa condición que no tiene EEUU ni Brasil, los principales proveedores de soja y subproductos del mundo

Las otras regiones, sin embargo, no están integradas al mundo cómo región. Están vinculadas a través de algunas actividades muy competitivas, por ejemplo los limones de Tucumán, los vinos y los olivos de Cuyo. Las actividades económicas de estas regiones contribuyen en la provisión de bienes para los mercados locales o para el mercado nacional. En Argentina falta planificación regional o planeamiento regional, en cada una de las regiones también. La difusión de conceptos técnicos sobre la economía regional tiene el propósito de multiplicar las actividades económicas competitivas para que las distintas regiones se transformen en regiones genuínamente competitivas y, si es posible, para que transciendan el mercado nacional.

Un toque de realidad actual: Políticas de tipo de cambio artificialmente alto generan competividad también artifical y constituyen un engaño a largo plazo. Estas políticas constituyen un subsidio implícito para el turista y el consumidor extranjero. También para las actividades no competitivas que se engañan a si mismas como si este tipo de cambio durará una eternidad. Las actuales son “políticas productivas” engañosas, mejor dicho peligrosas. En realidad no se exportan productos, se exportan salarios bajos. El tipo de cambio bajo, política de la mitad de los ’90, generó todo lo contrario. El chivo expiatorio de la crisis de los últimos años fue la convertivilidad, pero la razón de fondo fue la falta de financiación genuína del gasto público descontrolado.

La verdadera competitividad regional estará dada por las ventajas naturales, las ventajas competitivas de Porter y por el progreso técnico o la incorporación de tecnología, tal como pregonaba Palander. En términos modernos se deben crear clusters, que son espacios donde las actividades económicas se integran y se articulan entre sí de manera vertical y horizontal con proveedores de insumos, servicios y educación; son eslabones aceitados de una cadena productiva que genera ventajas competitivas en relación a las actividades que actúan en forma aislada. Los clusters no nacen de forma espontánea, se deben al planeamiento regional y también a la participación activa y seria del estado, ya sea nacional o provincial.

Negociaciones agrícolas internacionales: El campo frente al desafío de la OMC

Ámbito Financiero, 08/06/2005

Escribe Jesús Leguiza
Fundación FEDERAR

Los países centrales deben eliminar las subvenciones a las exportaciones, reducir sustancialmente las ayudas internas (subsidios a la producción) y permitir el acceso de nuestras exportaciones a sus mercados. Este es el frente más importante para la agricultura argentina y el ámbito de negociaciones es la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Las relaciones económicas internacionales de Argentina se mueven en tres frentes o niveles, diferentes y superpuestos: a) nivel multilateral (GATT–OMC); b) nivel regional (MERCOSUR); y, c) nivel bilateral con diferentes países aunque, en este caso, la relaciones están condicionadas por los dos primeros. En materia agrícola, la Cancilleria y la Secretaria de Agricultura trabajan en los tres frentes en forma simultánea.

A nivel multilateral, primero con el GATT y luego con la OMC, se acumulan muchos años de negociación. El Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) nació en 1947, durante Conferencia Internacional de Bretton Woods desarrollada en New Hampshire, con la presencia de 44 países. En la 1ra. Ronda de negociaciones del GATT hubo acuerdos entre 122 paises para la reducción de aranceles y medidas para crear zonas regionales de libre comercio. Años después, en la 5ta. Ronda denominada Dillon (1960-1962), se intercambiaron más concesiones arancelarias y en la 6ta Ronda, que recibió el nombre de Kennedy (1963-1967), se acordó reducir hasta un 50 % los aranceles de los productos industriales. Los productos agrícolas estuvieron siempre excluídos; justamente en esta Ronda, Estados Unidos además de negociar para aumentar sus exportaciones a la Comunidad Económica Europea (CEE), logró acuerdos adicionales para suministrar trigo a países pobres en concepto de “ayuda alimentaria”. De esta manera la agricultura aparece por primera vez en las negociaciones del GATT, pero con un tratamiento limitado: concesiones específicas por producto y sobre la base de peticiones y ofertas.

Recién en la 7ma. Ronda, que se llamó Ronda Tokio, llevada cabo entre 1973 y 1979, se abordó específicamente el tema de la agriculura y las barreras arancelarias. En ella, la entonces CEE, efectuó modestas concesiones en compensación por sus políticas de ayuda interna; ejemplo de ello es la cuota de exportación de carnes Hilton otorgada a varios países entre los que se encontraba Argentina. En la 8va. Ronda, llamada Uruguay (1986-1994), se permitió abrir los mercados para la agricultura y los servicios, restringir las subvenciones y proteger la propiedad intelectual. Esta Ronda concluyó con el acuerdo de 111 países para la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como entidad sucesora del GATT. Se destaca la incorporación de los temas agrícolas en la agenda de la nueva organización como resultado de la gestión de la Ronda Uruguay y por la presión ejercida por muchos países, principalmente de los integrantes del Grupo Cairns, del cual Argentina es todavía parte muy activa.

Se espera que al final de la presente Ronda, de Doha, ya en el marco de la OMC, se eliminen los subsidos a las exportaciones, se faciliten accesos a los mercados y se limiten las ayudas domésticas. La Unión Europea subsidia a las exportaciones con un monto de 2.000 millones de dólares anuales, valor poco significativo en relación a las ayudas domésticas, que son los susbsidios a la producción interna, los cuales alcanzan los 100.000 millones de dólares. Este valor es equivalente al monto de 8 años de exportaciones agrícolas de Argentina. Estados Unidos, otro de los países que subsidia algunas de sus producciones agrícolas, otorga ayudas internas del orden de los 50.000 millones de dólares. El caso extremo de protección a la agricultura es el Japón, que tiene aranceles de importación de arroz exhorbitantes, del orden del 700 %, una barbaridad para un producto “sensible”. Esta no es una limitación sino una burda prohibición de acceso a dicho mercado. Arroz, azúcar, lacteos, carnes y cereales, en menor medida, son los productos más subsidiados por los países industrializados; éstos son justamente los productos más competitivos de los países en vias de desarrollo, como el nuestro.

La mayores asimetrias e injusticias, en materia de barreras o trabas arancelarias y para-arancelarias, existen en el comercio internacional de productos de origen agrícola. El objetivo de la Ronda Doha es eliminar los subsidios a las exportaciones, disminuir la incidencia de ayudas internas y la falta de acceso a los mercados. Se deberá tener en cuenta que la eliminación de los subsidios a las exportaciones es una condición necesaria, pero no suficiente. El frente de negociaciones agrícolas más importante para la Argentina es la OMC y los temas más trascendentes son la reducción sustancial de las ayudas internas y el mayor acceso a los mercados, todo responsabilidad de los países centrales o desarrollados. Solo así se logrará mayor crecimiento y desarrollo económico, consecuentemente se reducidrá el desempleo y la pobreza.

Ampliar el alcance del DRSF

Ámbito Financiero, 31/03/05

Jesús Leguiza – Fundación Federar

En la Argentina existe el Derecho Real de Superficie (DRS) desde el año 1999, a pesar que Vélez Sársfield lo excluyó expresamente del Código Civil. Éste eliminó dicha figura jurídica de la enumeración taxativa del art. 2503 y suprimió expresamente en el artículo 2614 del mismo Código. Quedó así establecido el “principio de accesión” que rigió por casi 130 años. Vélez Sársfield no quería que queden dudas sobre la prioridad del derecho de propiedad, como base de organización económica del incipiente sistema capitalista.

Sin embargo, en los años ‘90 el país necesitaba de dicha figura legal para dar seguridad jurídica a importantes inversiones, locales y extranjeras, destinadas de la implantación de especies forestales exóticas para la industria del papel y del aserrado. El país era importador de papel y pasta de papel.

El derecho real de superficie es un derecho que confiere a su titular el poder de edificar en suelo ajeno, haciendo suya la propiedad de lo construido, lo implantado y los frutos del mismo. En materia agrícola, el derecho de superficie permite plantar o sembrar en suelos ajenos, manteniendo separada la propiedad de la tierra de la propiedad o disponibilidad lo plantado y cosechado. En términos técnicos se separa el suelo del “vuelo”.

En 1986, investigando la disponibilidad de tierras forestables en el Delta del Paraná el Ing. José Luis Darraidou, Director de Recursos Forestales de la SAGPyA, ha procurado dar respuesta a una pregunta de Richard Owen, un experto de la FAO sobre la existencia del DRS en Argentina. Obviamente no existía por lo indicado en el párrafo anterior. Sin embargo, el concepto existía desde la antigüedad.

El Derecho Romano Antiguo no podía concebir que la propiedad de la superficie sea distinta a la propiedad del suelo; existía el principio de “Superficie solo cedit”, donde todo lo construido sobre un inmueble ajeno quedaba en propiedad del dueño del fundo. Tal como ha sido en Argentina hasta 1999.

En el Derecho Pretoriano, el Pretor, concedía un interdicto y una acción Real: el “Superficiebus” y el “Utilis in rem Actio”, respectivamente, con los cuales quienes edificaban en suelo ajeno podían arrendar ese suelo por muchos años, dando origen al Derecho de Superficie.

En el Derecho Español Antiguo, que tampoco concebía el derecho de superficie, hubo una excepción con los Reyes Católicos, quienes facultaron a Colón para repartir tierras de la Isla Española, con la condición de habitar por 4 años, hacer plantaciones y pagar un canon por el uso.

En el país, los antecedentes más cercanos son la Ley de Enfiteusis, de tierras públicas para uso y explotación y el Derecho de Anticresis, que es un derecho real concedido al acreedor por el deudor, o a un tercero por él, poniéndolo en posesión de un inmueble, y autorizándolo a percibir los frutos e imputar anualmente sobre los intereses del crédito.

En 1995 se promovió el concepto de Derecho Real de Superficie incorporando como artículos en el proyecto de la actual Ley 25.080 de Promoción Forestal y ha sido tomado como propio por entidades empresarias, por empresarios, por forestadores, por técnicos y hasta por los mismos legisladores.

El Derecho Real de Superficie (DRS) existe en la legislación de numerosos países, en algunos desde hace más de 150 años: España, Italia, Francia, Portugal, Suiza, Brasil, Bolivia, Perú, son ejemplos.

En 1999 se sancionó la Ley 25.509 que se refiere solo Derecho Real de Superficie Forestal (DRSF) separado de la Ley de Promoción Forestal. “ Es un derecho constituido sobre inmuebles susceptibles de forestación o silvicultura”. El Derecho Real de Superficie Forestal se adquiere por contrato, oneroso o gratuito, es instrumentado por escritura pública y tradición de posesión. Ahora figura en la enumeración de los derechos reales del artículo 2503 del Código Civil y es complementario a la Ley de Promoción Forestal 25.080.

En el año 2002 a instancia de la Senadora Martín de la provincia de San Juan se elaboró un proyecto de ley que modifica la Ley 25.509 a fin para incorporar la fruticultura dadas las características similares de la plantaciones forestales y el ex Presidente del Senado de ese momento facilitó la media sanción del Senado en diciembre del 2003. Ese proyecto que se fusionó con otro impulsado por la Senadora Escudero y Gómez de la Lastra. Lamentablemente, esta media sanción perdió estado parlamentario, la nueva Ley de Derecho Real de Superficie Forestal y Frutícola (DRSFyF). Seguramente se sancionará en el futuro y, quizás, su alcance vaya mucho más allá del ámbito agrícola.