Evitar la inflación es dejar de empobrecer al país y su población.
Ahora se viene el tema del FMI. Por un lado la «épica» ficticia del gobierno de pretender imponer condiciones al organismo. ¡Vaya pretensión !
Por el otro, al Fondo no le queda más opción que dejar pasar la falsa/farsa «pelea o relato del enemigo externo» para terminar tomando la medida de refinanciar al país, como es su política, y para no dejar que Argentina caiga en default a fin de evitar el efecto dominó con otros países.
En realidad, la única y actual discusión valida es la dolarización ortodoxa o una nueva convertibilidad.
La primera exige (de manual) una estricta política fiscal e independencia total del BCRA para no financiar los gastos del gobierno y los recurrentes déficits de las cuentas públicas.
La segunda, ya probada con Menem y Cavallo, ha sido mal demonizada, aunque después de 1995 no se cumplió con la condición de déficit cero y, por capricho del primero, se volvió a financiar gastos públicos en exceso y reapareció el déficit fiscal.
En realidad, la dolarización consiste en eliminar de cuajo el peso y usar el dolar como moneda única que de hecho ya existe (el dolar blue cumple con las tres funciones del dinero: unidad de cuenta, medio de cambio y reserva de valor). Por otra parte, la convertibilidad significa la conversión y coexistencia de las dos monedas, con el dolar como ancla para frenar la inflación.
Sin duda, la solución argentina pasa por la dolarización total, con un Banco Central que disponga de reservas iguales a la circulación monetaria (monedas y billetes en poder del público) y que controle la expansión del dinero secundario o bancario con adecuadas políticas de encajes mínimos.
El BCRA debe seguir existiendo para cumplir con sus verdaderas y únicas funciones: cuidar la solvencia del sistema financiero, realizar el clearing entre los bancos y mantener la coherencia entre las políticas fiscal, monetaria y cambiaria.
Un propuesta u opción válida y osada para solucionar la mala praxis crónica es la dolarización plena de la economía argentina.
El país está casi totalmente dolarizado. El inconveniente imperceptible ha sido la existencia del bimonetarismo; o sea, la coexistencia de dos monedas, $ pesos y us$ dolares.
No es necesario eliminar el BCRA ni el Estado.
La dolarización plena, lisa y llana, trae consigo varias ventajas y elimina de cuajo la inflación. Aunque es importante aclarar que es muy difícil y no están dadas las condiciones, por ejemplo el país debe disponer de una cantidad de billetes (dólares que no tiene) igual a masa de dinero en circulación o aumentar la deuda externa (que no tiene quien los preste).
Se recuperará la confianza en pocos meses y la población se beneficiará casi inmediatamente, tanto el consumidor como el ahorrista, el que necesita una vivienda, el emprendedor y el inversionista, tanto local como extranjero.
El consumidor no se desesperará por gastar su salario o ingreso mensual comprando compulsivamente; ello, a su vez, contribuirá a bajar la presión inflacionaria.
El ahorrista, podrá guardar su dinero en el sistema financiero que trabajará con una sola tasa de interés porque desaparecerá el riesgo de devaluación.
Reaparecerá el crédito a largo plazo y miles de ciudadanos lograrán adquirir su primera vivienda.
También los emprendedores podrán dar rienda suelta a sus ideas de nuevos productos y procesos sin riesgo de sufrir colapsos financieros por inestabilidad del mercado del dinero.
Los inversionistas, locales o extranjeros, repatriarán sus capitales dado que el país encontrará, por fin, la estabilidad económica. Ya no habrá fuga de capitales, sino por el contrario estos volverán a ser invertidos en el país como entre los años 1890 y 1920, o sea, la última década del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX.
El bimonetarismo y la inflación han sido muy convenientes para la casta politiquera que vivió/vive eternamente del Estado y utiliza los recursos de éste para mantener la creencia de que «toda necesidad crea un derecho» y que éstas deben ser solventadas por el Estado.
En pocos años se retomará la senda del crecimiento y el bienestar con la producción obtenida con inversiones y trabajo genuinos. Ya no habrá miedo a los sobresaltos de las políticas monetarias y cambiarias.
Se requerirán reformas tributarias, laborales y prudencia en la política fiscal para los gastos del Estado. Al no existir $ (pesos) no habrá más riesgos de devaluación ni riesgos de emisión de moneda local sin respaldo.
26 países europeos abandonaron sus monedas domésticas y ninguno perdió su identidad. Tuvieron que acomodar sus políticas fiscales. Algunos salieron del pozo como Estonia, otros que continuaron con sus malas praxis que solo provocan malvivir a su población.
Una propuesta de CÓMO CER también lo explica muy bien, con claridad meridiana y expresión sencilla, Alfredo Romano un su libro Dolarizar.
Las mayores «fallas del mercado» son creadas por el propio Estado, que utilizan políticas impositivas distorsivas y controles innecesarios, veamos 8:
1) Impuestos 2) Tasas municipales 3) Retenciones a las exportaciones 4) Controles de precios 5) Control de alquileres 6) Regulaciones laborales 7) Subsidios de tarifas de Gas, Agua y Electricidad 8) Combustibles y transporte
Estas intervenciones heterodoxas, a su vez, inducen a malas prácticas del sector privado:
1) Evasión y/o elusión de impuestos; 2) Incumplimiento o ausencia de pagos; 3) Importaciones transitorias truchas; 4) Desabasteciento de mercaderías controladas; 5) Se incorpora, a los contratos, la expectativa de inflación; 6) Contratos en negro y/o de corto plazo; 7) Tarifas bajas o artificiales o irreales; 8) Reprimen los aumentos de combustibles y servicios.
El mercado está constituído por contratos de compras y ventas que hacen los agentes aconómicos privados; son los únicos que crean riqueza y empleo y, por otro lado, consumen con sus propios recursos. El Estado no crea riqueza solo gastos.
Los gobiernos estatistas ya debieron haber aprendido que sus «políticas de intervención» en los mercados no sirven para nada. Solo retrasan los efectos de la emisión monetaria para financiar sus gastos políticos irrelevantes.
El resultado final es estancamiento con inflación !!!
El éxodo de empresas, sobre todo las de capital extranjero, se debe a múltiples causas:
Falta de rentabilidad
Sin distinción de origen o pasaporte Argentina está cada vez más difícil, sin importar el rubro del negocio o el mercado.
Un ejemplo es la compañía francesa Danone, que llegó al país en los 90 y hace un año la casa matriz en París anunció un plan de reestructuración global de desinversión en distintos países. Entre las filiales está Argentina, que incluyen las marcas de agua mineral Villavicencio y Villa del Sur, los yogures Yogurísimo y los quesos Casancrem.
Mal clima de negocios
La Argentina no solo acumula años de recesión y caída de la actividad, sino que, además, no ofrece ninguna señal de que el panorama vaya a cambiar en forma drástica en el corto plazo. “La incertidumbre para todas las inversiones está instalada desde 2012 y, en parte, porque no existe un consenso de hacia dónde tiene que ir el país, si el crecimiento de la economía va a ser vía exportaciones o el mercado interno. Y la falta de una estrategia de desarrollo hace que la economía argentina haya empezado a ser cada vez más expulsiva”.
Eli Lilly & Company, laboratorio estadounidense, anunció su salida del mercado argentino en el marco de un plan de desinversión regional.
Presión impositiva
La presión fiscal en la Argentina está, en promedio, diez puntos por encima de los países de la región, con la excepción de Brasil, con niveles parecidos, pero ya están discutiendo una reforma tributaria para bajar impuestos.
Después, existe un mundo de lo imprevisible, con impuestos provinciales, como Ingresos Brutos y las tasas municipales, que agudizan la falta de reglas claras de juego.
Trabas operativas
Falabella mantiene sus operaciones en forma directa en Chile, Perú, Colombia, Brasil, Uruguay y México, con lo cual la razón de su retirada del país hay que buscarla en su modelo de negocios. Para frenar la salida de dólares, en el último tiempo el gobierno argentino decidió endurecer el cepo dificultando las importaciones y el acceso al tipo de cambio oficial a las empresas que importan.
El negocio principal de Falabella, es ofrecer mercadería importada, que la compañía negocia a nivel global y después reparte entre sus diferentes filiales de la región.
Sin financiamiento
Por otra parte, para invertir el financiamiento es clave. Lo que parece una verdad de perogrullo, en la Argentina el crédito bancario se lleva el Estado y, en la medida en que el cepo cambiario continúe, termina teniendo como una consecuencia inevitable no solo frenar la salida de dólares, sino también el ingreso de divisas.
Un ejemplo de este efecto “no deseado” del cepo es el de la petrolera china Sinopec. Es que las condiciones del mercado argentino –con los problemas que arrastra la macroeconomía, a los que suma el factor sindical que tiene una alta incidencia en el sur– hacían que no valiera la pena traer más dólares.
“Las compañías como Sinopec tienen compromisos de inversión en dólares para avanzar con sus planes de exploración.
Efecto pandemia
Como si no faltaran problemas a la economía, la pandemia también tuvo un papel decisivo en este proceso de éxodo de empresas multinacionales. Como era de esperar, el efecto Covid se sintió con especial fuerza en los sectores más castigados por la pandemia, empezando por el turismo y la industria de la aeronavegación.
La Cámara de Compañías Aéreas en Argentina difundió un comunicado, en el que pide que se flexibilice el ingreso de pasajeros internacionales; a la fecha, ya se han retirado del país varias líneas aéreas y hoy suman nueve las que han suspendido sus operaciones por los cierres de fronteras. Las compañías que se fueron son Latam Argentina, Qatar, Air New Zealand y Norwegian, y las que suspendieron son Cubana de Aviación, Emirates, Ethiopian, Alitalia, Air Canada, Sky, Gol, Azul y British.
Desinversión regional
En no pocos casos, detrás de una desinversión pesan factores regionales. Es decir, las compañías que no solo dejan la Argentina sino que están saliendo de toda la región en búsqueda de destinos más atractivos o rentables.
El último caso es el laboratorio estadounidense Eli Lilly que, en forma sorpresiva, anunció el cierre de sus operaciones directas en el país y el traspaso del manejo de sus marcas –como Prozac y Cialis– al laboratorio nacional Raffo. El repliegue de Eli Lilly es a nivel regional y también incluye la salida de los mercados de Chile, Perú, Ecuador y América Central.
Algo parecido ya sucedió con otras empresas como Glovo –que en el año 2020 vendió su negocio en la Argentina a PedidosYa, después de irse de Brasil y Chile. La mexicana Siete Leguas, que había desembarcado en el país en 2018 con la compra de la firma textil Santista Argentina (la dueña de Ombú y Grafa) hace unos meses concretó su salida de la Argentina y también de Brasil. A esta lista, además, podría sumarse Nike. La marca estadounidense anunció a comienzos de 2020 que se iba del país y que planeaba seguir operando a través de un licenciatario. Inicialmente, el grupo mexicano Axo se iba a hacer cargo de su negocio en la Argentina, pero la operación se cayó por la pandemia.
En síntesis, las empresas se siguen yendo de país, muchas ya lo hicieron antes de este Gobierno, por las razones aludidas y otras más como ser: cambio de estrategias globales o regionales; relocalización de la producción; ventas o dejando representaciones a compañías locales.
El pueblo argentino después de tantos años de mentiras, tergiversaciones, verdades a medias, omisiones, falsedades ha aprendido quién es quién.
Se sabe perfectamente quienes se «compraron» media patagonia, hicieron hoteles para que empresarios corruptos paguen coimas, revolearon bolsos con millones de dólares en la entrada de un convento, mataron fiscales, depositaron en cajas fuertes otros millones sin haber trabajado nunca.
Se robaron la fábrica de imprimir billetes, los fondos de pensión de las AFJP, protegieron a asesinos de la Amia y la Embajada de Israel.
Quisieron quedarse con Vicentín. Amenazan con expropiaciones y más suba de impuestos. Tienen al pueblo esclavizado con «planes sociales». Exceso de intervención estatal, déficit fiscal, emisión monetaria e inflación concatenadas.
Y siguen mintiendo: «Somos confiables para las empresas», «vamos a salir»; sin embargo, se fueron del país docenas de empresas. Sin contar las miles de empresas que se quedaron, cerradas, y que siguen multiplicándose.
Desmienten que no tienen problemas internos, pero saben que el 12 de septiembre deben pasar la prueba del fracaso anunciado.
No saben que no hay mejor confirmación que una desmentida oficial.
Del más polìtico de los técnicos al más técnico de los políticos