Ganados, carne y política

Ámbito Financiero, 01/02/06

Jesús Leguiza . Fundación Federar

Desde el Gobierno se ha dicho recientemente que “el sector ganadero no invierte desde hace 30 años”.  La Sra. Ministro está en lo cierto, pero cometió una transgresión en el uso del lenguaje: una supresión. No mencionó la causa o las causas del estancamiento sectorial. Una verdad a medias es una mentira completa. La historia remarca, de manera insoslayable, que el estancamiento de la ganadería se debe justamente a las intervenciones arbitrarias y chapuceras del Estado.

La ganadería está ligada a la historia de económica del país, mejor dicho el desarrollo económico de Argentina está ligado a la ganadería. Primero las vaquerías, luego los saladeros, la producción de tasajo, el charque. A fines del siglo XIX, con la aparición de la técnica del frío y del buque francés “L’ Frigorifique”, se realizaron las primeras exportaciones de carnes a Europa. La revolución del alambrado, no fue acompañada con la canción “A desalambrar” del uruguayo Daniel Viglietti.  En sociedad con la incipiente economía industrial inglesa se construyeron los puertos y los ferrocarriles, todo para exportar carnes. Después vinieron los granos.

En los años 30 tuvimos el gran debate de las carnes, el famoso pacto Roca-Ruciman fue para mantener una porción del mercado externo cuando la Corona inglesa dió preferencias de los países del Commonwealth; las acaloradas discusiones de Lisandro de la Torre; la muerte del Senador en el Congreso Nacional, etc.  Se creó la Junta Nacional de Carnes (JNC) y la Corporación Argentina de Productores (CAP). En el primer gobierno de Perón aparecieron, de manera abrupta, las intervenciones directas del Estado con el IAPI. A medida que pasaron los años, el Estado se fue enrollando, cada vez más, en su ambición de “intervenir los mercados” bajo el prurito superficial de que la mano invisible de Adam Smith no puede solucionar las “imperfecciones” del mismo y en la creencia que un grupo de burócratas saben más que millones de consumidores y cientos de miles de productores.

Las intervenciones del Estado, excepto la regulaciones técnicas de tipificación y de promoción de la ex Junta Nacional de Carnes, todas han sido desastrosas: vedas, precios máximos, cuotas, retenciones, registros, etc. Por ejemplo, la veda de los viernes de 1952, la veda de dos días a la semana en 1962; la veda de dos semanas en 1972. También en los años 1968, ‘70 y ‘71 aparecieron las cuotas de faena. De las retenciones ni hablar y los precios máximos, en varias oportunidades, mostraron exceso de voluntarismo y nada de habilidad. Todas estas medidas ocasionaron desabastecimiento, mercado negro, baja de calidad y aumento de precios; y, cuando no, corrupción o mercados cautivos para algunos empresarios de la “industria nacional” como sucedió ahora con los lácteos. ¿Bajaron los precios de los lácteos?.

En la actualidad, con igual grado de precariedad conceptual, aparecieron los kilos mínimos de faena con el resultado igualmente desastroso, de tal forma que hubo que prorrogar y/o modificar varias veces la Resolución Nro. 645/05 de la SAGPyA. Los efectos iniciales fueron contrarios a los pretendidos, subió más el precio del ganado y de la carne. Se frenó la venta de terneros pero aumentó la venta de vaquillonas (futuras madres). No se puede acusar de avaros, especuladores o abusadores a los ganaderos; esto es lo mismo que enojarse con el termómetro cuando uno tiene fiebre. La inflación no podrá ser controlada con la histeria de intervenir el mercado de ganados y carnes, aunque sea con un registro para otorgar permiso a los exportadores. Más permisos más corrupción. La inflación tiene otras causas, las cuales han sido varias veces explicadas en esta misma columna. El ganadero no tiene nada que ver y los acuerdos de precios no pueden garantizar nada, excepto por el congelamiento de salarios que la UIA, seguramente, suscribirá por un lapso de 5 a 10 años para “acompañar” al Gobierno y garantizar la estabilidad monetaria y el bienestar de los consumidores.

Ante estos mensajes intervensionistas, con la habilidad de hacer bien las cosas malas y hacer mal las cosas buenas, el Estado nuevamente se confunde y hace confundir a la máxima autoridad del país, el Presidente. El ganadero argentino, no fija precios, el mercado de Liniers representa solo un pequeño porcentaje del mercado de ganados, el ganadero no pertenece a un sector que concentró riqueza en los ’90, no existe más la oligarquía vacuna y terrateniente, Vélez Sársfield se encargó de ellos. Por el dólar alto los grandes frigoríficos pasaron ahora a manos extranjeras. Lo lamentable es que se pretenda anclar en el inconciente colectivo la idea de lucha entre pares, la sociedad (los consumidores) contra los ganaderos, como si estos no formaran parte de la sociedad ó cómo si éstos no hubieran votado al actual Gobierno. No alcanzaran los piqueteros para abrir las puertas de 200.000 tranqueras distribuidas en todo el territorio, desde la Quiaca hasta las cercanías de Ushuaia. Nadie es más genuino cuidador del territorio nacional que los ganaderos argentinos, pero lamentablemente están dispersos y no tienen a nadie quien los cuide. El abigeato y los robos en los establecimientos rurales son el pan de cada día,pero de los ladrones.

Señores, lo importarte es la promoción estatal y políticas regionales activas para la producción de bovinos y, por ende, de más carne vacuna y exportación de éstas. Es muy sencillo lo que se necesita: a) que el Estado no se meta en los mercados; y, b) que el Estado no cobre impuestos demás: al patrimonio, a los bienes personales, el inmobiliario rural, renta presunta, tasa vial para caminos que no sirven. Cuatro imposiciones gravan el mismo bien. Que actualice el mínimo no imponible de Ganancias. Con 100 mm de lluvia no se puede enviar hacienda a los mercados; esto no es especulación del ganadero, es ineficiencia del sector público para mantener caminos. La mayoría de los municipios transformados en “cuida precios”no hacen su trabajo: cuidar los caminos rurales.

El hecho que el stock ganadero no haya crecido, no quiere decir que no ha habido inversión en el sector; a pesar de la intervención del Estado hubo mucha inversión en la actividad. El rodeo a pesar de ser similar en cantidad es de muchísimo mejor en calidad. Se puede mejorar el porcentaje de preñez, de parición, de destete. Se puede mejorar el manejo del rodeo y las pasturas. La ganadería dió espacio a la agricultura y ocupó nuevas tierras.El negocio de la cría y el engorde es de rentabilidad baja, igual o un poco más que una caja de ahorros o un plazo fijo en una economía sin inflación. Un ganadero mediano, gana menos que un empleado público jerarquizado. La única ventaja que tiene la ganadería, en épocas de inflación, es que el precio se ajusta casi automáticametne, como un valor indexado. Pero aquí el Estado no puede decir mucho, ni criticar, porque él mismo promociona los nuevos bonos en pesos ajustables por CER. Éstos son cuasi los Valores Nacionales Ajustables (VANA) de mediados de los ’70 (con ellos nació la famosa frase “bicicleta financiera”). Lo que se está haciendo es indexar parte de la economía y eso sí es echar leña al fuego, es soplar sobre las brasas de la inflación. Además, del aumento del gasto público y del aumento de la oferta monetaria.

Ha sido oportuno y hasta leal de parte de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) no haber firmado el Acuerdo exigido por el Gobierno, que de por sí es incumplible por parte del mismo Ministerio de Economía y Producción. No podrá garantizar siquiera el primer punto de su compromiso (VI – item “a”): “Contribuir a la estabilidad macrosectorial a los efectos de evitar aumentos significativos en los componentes de costos de las empresas”Uno se pregunta: ¿no habrá aumentos de impuestos, de salarios, de tarifas, de tipo de cambio, de combustibles, etc?. Un poco arriesgado o demasiado improvisado. El ganadero o cualquier otro productor agropecuario, ¿pidió la devaluación, pidió la pesificación, mantiene el tipo de cambio a más de 3 pesos?. No tiene lógica comprar insumos importados a 3 y vender el producto a un dólar de 2,4 pesos; la incongruencia no es suya. Si el Gobierno comprende esta situación, este reclamo, seguro que podrá contar con los ganaderos y demás productores del campo y sus dirigentes. Hace falta un poco de consideración, de respeto y de comunicación más directa.

La inflación golpea los costos de la producción agropecuaria

Ámbito Financiero – 17/01/2006

En un proceso inflacionario como el desdencadado ahora, pero latente desde principios de 2002 por la mega y descontrolada devaluación, es evidente que los costos y precios de la macroeconomía (salarios , rentas , intereses, ganancias, tarifas, impuestos y, su contracara, los precios de los bienes y servicios), tarde o temprano, tenderán a ajustarse al tipo de cambio vigente. Este, a su vez, está oficialmente sostenido a 3 pesos por dólar y todo indica que seguirá así. A partir de ahora, cuando se haga referencia a valores monetarios, nuevamente empezaremos a hablar en términos nominales y en términos reales.

Recordemos que la convertibilidad fue una herramienta dura (como un hacha) para controlar la hiperinflación , pero también debían recibir un hachazo el exceso de gasto público y el déficit fiscal recurrente (regla de oro) . Asimismo y, como resultado del 1 a 1, a sólo tres años de su existencia los salarios en dólares pasaron a ser muy altos y la industria nacional empezó a despedir gente y/o a no hacer una mayor oferta laboral. No obstante , la convertibilidad fue la elegida como la bruja en la cacería impulsada primero por alguna gente de la Alianza y luego por los devaluadores pesificadores y autores partícipes primarios del problema actual de la inflación, donde la provincia de Buenos Aires ha tenido mucho que ver . Para cerrar el tema de la convertibilidad , vale recordar el dicho popular: «Porque un vaso de agua no sirve eliminar un gran cendio , no se puede inferir que el agua no apaga el fuego» .

Cuidado que ahora estamos en una nueva convertibilidad, no por ley, sino por la
intervención directa del BCRA y la política explícita del Ministerio del Economía. La economía se ha recuperado, no hay duda. El producto bruto , que es la suma de todos los bienes y servicios producidos y vendidos o estoqueados a precios de mercado en el año, ha crecido. Aumentó la demanda agregada por las inversiones en construcción , porque la gente optó por los ladrillos y no por los depósitos a plazo fijo .

Las primeras empresas en ganar, en realidad , han sido las exportadoras, que tuvieron sus costos pesificados y sus ingresos dolarizados . Ergo , buenas ganancias; luego, las empresas de la construcción, como también la industria nacional promovida/protegida. El ingreso bruto , que es la contraparte del producto bruto, se concentró en las ganancias de esas empresas y es de ahí donde se explica la recuperación económica. Sólo hubo unos pocos y dosificados aumentos salariales otorgados por decreto, pero no son la causa principal de la inflación. Es claro que existe una franca distribución regresiva del ingreso. Ahora que reapareció la inflación, mal crónico de hace más de 50 años, vale la siguiente pregunta. ¿ la economía se ha recuperado o ha crecido en términos reales?; y ¿ la recaudación fiscal ha crecido también en términos reales ?

Rezagados

En este marco es razonable y demostrable que algunos impuestos hayan quedado rezagados; por ejemplo, los relacionados con las valuaciones de los inmuebles -tasaciones fiscales-, base del Impuesto Inmobiliario Rural, que corresponde cobrar a las provincias y municipios; estos impuestos quedaron pesificados y, por ende, puede ser necesario aumen- tarlos en términos nominales. La gente del campo tiene razón en enojarse con el gober- nador de Buenos Aires, el impuesto inmobiliario se puede ajustar debido a la inflación; además, los buenos campos se revalorizaron también, algunos en demasía. Asimismo, como contraparte, también corresponde ajustar los mínimos no imponibles del Impuesto a las Ganancias . Sin embargo, los propietarios de tierras se tienen que enojar aun más, porque al gobernador le falta capacidad y firmeza , como también a los otros gobernadores pampeanos , para gestionar, presionar y eliminar las retenciones a las exportaciones. Los productores de las provincias, especialmente de esas provincias, son los que más pagan por las retenciones, porque sus producciones principales son las que más tributan y porque sus gobiernos no reciben un peso en concepto de coparticipación por las retenciones. Es más sano subir el valor fiscal de los inmuebles rurales o, si se quiere, la alícuota del mismo impuesto, como también es más sano eliminar las retenciones. Uno se pregunta: ¿ no pueden hacer nada en materia de política agropecuaria y fiscal de sus respectivas provincias ? Salvo la jocosa idea de perseguir a inquietas y escurridizas parejitas enamoradas en los hoteles alojamiento del gran conurbano bonaerense y , ahora en el verano , a los turistas con autos que quieren respirar un poco de aire fresco y olvidarse del sometimiento al FMI . Se canceló la deuda con «el demonio y causante de todos nuestros males», aunque si se revisan algunos titulares de principios de los ’90, el FMI estuvo en contra de la convertibilidad . La cancelación se hizo , como siempre y como corresponde, con dinero de otros : de los productores, de los más necesitados , de los ahorristas que se quedaron con poco o nada.

Nuevo mito

Es bueno cancelar deudas y desvincularse del FMI, además con un gran impacto
creando un nuevo mito urbano, pero, ¿es necesario, es más económico? ¿El país, en su conjunto, gana? Lo necesario es eliminar las retenciones, sobre todo si se desea aumentar el Impuesto Inmobiliario como también es necesario restituir los reintegros a las exportaciones, que son, nada más ni nada menos, la devolución de los impuestos indirectos que cobra el Estado en sus distintos niveles. Esto provoca, junto con las , una disminución del tipo de cambio real que ya no es tan real como hace tres años.

Este reintegro nunca tuvo que ser eliminado está en contra de las más elementales normas del comercio internacional, no se deben / pueden exportar impuestos . Ha trascendido que, al que se porta bien, el Ministerio de Economía de la Nación devuelve lo quitado arbitrariamente . Ese caramelo recibió el sector avícola contra la promesa de bajar los precios . Dividir para reinar, vieja y conocida estrategia,pero no hubo rebelión en la granja . Al contrario, los pollos y las gallinas lo interpretan como un gran logro sectorial. Muy mal señores dirigentes de los avicultores por dejarse intimidar y ceder individualmente; no tienen sentido de grupo ni de gremio para defender los intereses del campo. ¿Quién los defenderá cuando el mismo benefactor, ante la imposibilidad de contener la inflación , presione nuevamente para bajar los precios, pero esta vez con importaciones?

Avanzar y no perder el rumbo

Ambito Financiero, 14/12/05

Jesús Leguiza- Fundación Federar

Como decía un amigo, “no soy de izquierda ni de derecha, y del centro, estoy muy lejos”. Esta frase jocosa encierra un gran sentido común, sobre todo, en estos días en que la “mayoría” de las personas son de centro izquierda, aunque pronto serán de centro derecha; maniqueísmo para quedar bien, sin saber con quién. En realidad se necesita tener una visión en perspectiva y no defender posiciones tomadas. Argentina debe mirar hacia delante porque la salida está adelante, en el tiempo y en el espacio. No en los quiebres de la historia, ni en la ilusión perdida, tampoco en el desprecio o en la agresividad atascada en el vientre del resentimiento. Todos debemos cambiar el estado de ánimo, debemos buscar paz y, de la resignación, saltar a la ambición y al optimismo, solo así podemos recrear nuevos objetivos de crecimiento y bienestar general.

Cuanta razón ha tenido Armando Tejada Gómez cuando afirmó, en una estrofa del poema La Veleta y el Viento,: -“Como el mundo es redondo se aconseja no situarse a la izquierda de la izquierda, pues por esa pendiente, el distraído suele quedar de pronto a la derecha”-. Al poeta solo le faltó escribir que la salida estaba adelante, desde la perspectiva del querer ser, pero no como la veleta, siempre en el mismo lugar y girando para donde corre el viento.

Hemos vivido durante más de 70 años yendo para atrás, esto no es un juicio sin fundamento, es una afirmación incuestionable. En 1930 entramos en la etapa de recurrentes crisis políticas y en los ‘50 entramos en las permanentes crisis económicas. Cuando llegamos a la pubertad de nuestra historia empezamos con el jueguito pendular de saltar de izquierda a derecha; fue en ese momento cuando dimos prioridad a las emociones por pertenencia y a la toma de posiciones inflexibles, allí comenzamos a perder. Perdimos el rumbo y dejamos de ir hacia delante. Entramos en crisis y no salimos más. Dicen que la palabra crisis viene del griego y quiere decir elegir. Ahora es el momento de elegir, ser viento o veleta.

Cada uno de nosotros debemos tomar una brújula y apreciar que el norte está siempre está adelante, en el frente; a partir de allí podremos elegir el camino a seguir, aunque tengamos el viento en contra, lo importante es saber a dónde queremos llegar.

Se pueden rescatar cosas del pasado, pero solo las que sean funcionales para el futuro. Cuando nuestros antepasados se pusieron de acuerdo, con la Constitución de 1853, luego de las guerras interiores, entre federales y unitarios, entre el interior y el puerto, entre la economía abierta y la economía cerrada, Argentina encontró el norte, allá por 1880. Durante 50 años transitamos el camino de la consolidación como un país con posibilidades ciertas de ser líderes en el mundo. España, Italia, Francia, Polonia, etc. estaban en la lona, expulsaban población.

Sin embargo, no nos dimos cuenta que a mediados de los años 50 el mundo empezó a cambiar, fue cuando el número de empleados de saco y corbata superó en cantidad a los obreros de mameluco azul en EEUU; cambio que se aceleró con la crisis del petróleo de principios de los, ahora nostálgicos, años ’70. No podemos perder el rumbo nuevamente, debemos entender que el norte marca la Organización Mundial de Comercio (OMC), el norte marca la demanda de alimentos de China, India y otros países del sudeste asiático que albergan a más de la mitad de la población mundial y lograron su norte hace más de 20 años. Hoy China dirige la batuta, así como Inglaterra fue nuestro mejor socio y consumidor hasta los años 30. ¿Quienes invirtieron en los ferrocarriles, en la energía, en los subterraneos, en nuestro desarrollo y todo a partir de la industria frigorífica?. Hoy más del 60 % de las exportaciones chinas son realizadas por empresas de capital extranjero radicadas allí. La base del perfil industrial de Argentina está en la industria de los alimentos, es nuestra naturaleza, no debemos sentirnos acomplejados porque tenemos ventajas en la producción y exportación de granos o carnes. Podemos duplicar la producción, pero el Estado debe sacar los pies de encima de la pampa húmeda y debe poner los huevos en la canasta de las economías regionales, que también tienen futuro, pero no con retenciones, kilos mínimos de faena, políticas improvisadas, desorientadas y desorientadoras.

Tanta confusión existe, que hasta los ganaderos aceptan no subir el precio del ganado. Esto es lo mismo que, en un hospital, se obligue a los enfermos acordar un pacto para que la fiebre no les suba. No señores ganaderos, no se confundan o no se dejen confundir; el problema no es de ustedes ni lo generaron ustedes. El precio de la carne vacuna contenido en la canasta de productos del índice de precios al consumidor (IPC) incide en un 4,513 % y, para que la inflación aumente el 1 % al mes, el precio de la carne debe crecer más el 22,37 % en las carnicerías en ese mismo mes. En relación al comercio exterior, el dilema instalado entre consumo interno o exportar es falso, y los mayores confundidos son representantes neófitos de las ligas de consumidores. Por ejemplo, el precio de los cortes traseros frescos (los que se exportan) inciden en un 1,666 % en el mencionado índice, de manera que el preció de exportación en dólares debe elevarse en el 60,62 % para que la inflación interna aumente un punto o que cantidad exportada aumente en la misma proporción. La inflación no es el aumento del precio de la carne, la leche o de otros productos alimenticios; es el aumento generalizado y sostenido del nivel general de precios de toda la economía. El índice de precios al consumidor, uno de los indicadores oficiales del nivel de inflación, está compuesto por más de 150 productos/servicios, agrupados en 9 rubros: alimentos y bebidas, indumentaria, vivienda, transporte, atención médica, esparcimiento, educación, etc. El problema no es microeconómico, es macroeconómico.

De nada sirven herramientas microeconómicas, como los acuerdos de precios sectoriales, las retenciones a algunos productos, amenazas por excesos de rentabilidad de las empresas o negocios. Justamente el crecimiento económico del que se alardea tanto tiene su fuente de explicación allí. ¿Qué se hará con el aumento de todos los otros precios, tal como está sucediendo, poner retenciones al precio del subte, poner retenciones al precio de la energía eléctrica, poner retenciones a la cuenta del restaurant, del taxi o del médico?. La salida está en mirar hacia delante, comerse los aumentos, debemos ser francos con la población y decir que la inflación fue provocada y no precisamente por este gobierno ó como ya se propuso en esta columna la salida está en importar carnes para contener el aumento de precios de ese producto, no de todos los otros bienes y servicios. El problema de la inflación no es que suban todos los precios, el problema es que suben a velocidades diferentes y ocasionan cambios en entre ellos (precios relativos). Por ejemplo el salario caro en términos de dólares de la década del ‘90 ya bajó con la devaluación del 2002. y la inflación de los últimos tiempos.

El germen, la causa, se instaló con la megadevaluación y el desencadenante fue la política de mantener el tipo de cambio alto: Los pocos y justos aumentos salariales solo fueron el gatillo. No obstante, es responsabilidad de este gobierno evitar políticas fiscales y monetarias expansivas que empujen más a la demanda agregada. El presupuesto, que es parte de esa demanda agregada, es una herramienta macroeconómica y no debe aumentar en el 2006; sino se estará echando más leña al fuego y luego la carne saldrá chamuscada, quemada. Cosa de gallegos perdidos en la trampa de ser el viento o la veleta. Lo que debe aumentar es la inversión interna bruta fija privada, nacional o extranjera, solo así habrá un real aumento de la oferta agregada y se evitará la inflación.

La inflación se estuvo cocinando a fuego lento en los últimos 4 años

Ámbito Financiero, 29/11/05

Jesús Leguiza – Fundación Federar

El aumento del precio de la carne o del ganado, como el inexorable aumento de los precios de la mayoría de los bienes, exportables o nó, se debe a la devaluación de enero del 2002. Hasta ahora la inflación ha sido exitosamente contenida por una política monetaria, que durante casi 4 años, logró un adecuado pass-through (salida no traumática de la megadevaluación descontrolada). Los promotores de la devaluación y pesificación asimétrica, siguiendo al pie la letra de la “Argentinidad al palo” de la Bersuit Vergarabat, lograron mantener los salarios por el piso. Solo unos justos pero insuficientes aumentos por decreto sirvieron para desencadenar el proceso inflacionario.

El precio de la carne o del ganado en pie y su influencia en el índice de inflación acaparó la atención de todos los medios de comunicación. Lo sorprendente ha sido cómo se trató el tema en un programa de televisión la semana pasada: Luciano Miguens, Presidente de la Sociedad Rural Argentina, tuvo argumentos válidos y afirmaciones correctas, aunque nadie tiene una línea directa con la verdad. Un respetable invitado, muy vehemente y que defendía a los consumidores, hablaba desde la emoción y sin fundamento alguno; sus quejas eran solo contra los síntomas. La diputada Alarcón, por Santa Fe, desnudó sus intenciones con solapados enojos hacia Miguel Campos. ¿Querrá ser Secretaria, ahora?. Por último, Raúl Rivara, el ministro de la provincia de Buenos Aires, fue el único que hizo algo en los últimos meses con el plan ganadero provincial, aunque no lo supo rescatar ni validarse a sí mismo en la pantalla chica. El que sí previó el tema, aunque no aceptaron sus propuestas, al menos por ahora, ha sido el Subsecretario Javier de Urquiza, cuando en el año 2003 diseño el plan ganadero nacional. Tenía costo fiscal, pero infinitamente menor a los subsidios explícitos o implícitos que hoy se otorgan. Ya en ese momento era obvio que el tipo de cambio alto generaría una mayor demanda externa.

A fin de colaborar con el entendimiento y/o comprensión del tema se rescata un párrafo del artículo publicado en esta columna, “Si a la retención, pero de Vientres”, del mes de abril de este año: “Se debe promocionar el aumento del stock ganadero mediante mecanismos de incentivos y no de castigos económicos. En Argentina, es un secreto a voces, faltan entre setecientos mil y un millón de terneros. ¿Qué hacer para aumentar la oferta de terneros?. La respuesta es Sí a la RETENCIÓN, … pero de VIENTRES”. Y, en otro artículo del mes de julio, ”Otra vez retenciones, qué mala leche” se resaltaba la inutilidad de la medida: “Aumentar las retenciones a las exportaciones de productos lácteos, es castigar a la actividad productiva que tanto se dice promocionar con la política del dólar alto. Sin ninguna duda se está actuando sobre el síntoma, no sobre la causa; se actúa con fundamentos precarios para tomar decisiones sumarias. La causa real de los aumentos de precios son los efectos tardíos de la devaluación del 2002 y la política de mantener el dólar alto”. Las evidencias están a la vista, mejor dicho, en el bolsillo de los consumidores.

Se mantendrá la presión alcista en los precios, porque el problema es de oferta, con el agravante que ahora se induce a la matanza de vaquillonas (llegó a costar más de un dólar el kilo vivo en el Mercado de Liniers), todo lo contrario a una política de retención de vientres, que es la solución seria y de largo plazo. Realmente los aumentos de precios son síntomas de un problema mayor: los efectos tardíos de la abrupta y descontrolada devaluación del 2002.

No existen dudas, que a partir de enero del 1995 (MERCOSUR-OMC) y dado el déficit fiscal, hubo que aplicar una política cambiaria denominada «crawling peg», petit devaluaciones, para salir de la convertibilidad con suavidad. Recién ahora se están manifestando los cambios de precios relativos de toda la economía. Esto es todo y los culpables no son los apuntados (ganaderos, frigoríficos, abastecedores, carniceros, supermercados, etc). Surgen mitos, creencias, falsas premisas, dilemas y resentimientos expresados a los gritos contra cualquiera. Contra el capital, los “ganaderos terratenientes”, “la oligarquía vacuna” y/o los “parásitos intermediarios de siempre”. Este mismo mecanismo de razonamiento se instalará en la conducta de la mayoría de la población y, por expectativas, terminarán subiendo más los precios de todos los bienes de la economía.

Ahora, ya es tarde. Con más retenciones no se solucionará el problema. Las importaciones son el camino para esta “emergencia” anunciada hace tiempo. Con solo importar 400.000 tns de carne durante el siguiente semestre se bajará la presión en los precios de la carne, no de los otros bienes. Es más se puede importar cuartos delanteros baratos y exportar cortes más caros en forma permanente y cumplir con los contratos. Negocio redondo, concreto y sencillo.

Recordemos que la inflación es el termómetro de la economía y que imponer precios máximos, vedas o retenciones es lo mismo que poner paños de agua fría al paciente afiebrado. No hay ningún problema para que el país de la carne importe carne. Costará unos 700 millones de dólares traer carne sin hueso de países vecinos o de otros lugares. Solo se necesitan adecuados controles sanitarios en los frigoríficos de origen. Así, también se evitará la entrada de vaquitas sin “pasaporte” por las fronteras secas tal como ocurrió en el año 2000.

Realmente esta medida es más eficiente que mantener el tipo de cambio artificialmente alto, costo que terminan pagando los consumidores con la inflación inducida para que la industria nacional, promovida y sobreprotegida, sea «competitiva». ¿A cuánto asciende el subsidio a los ferrocarrilles?. ¿Cuánto representa el subsidio implícito a la “industria nacional” de tener un dólar alto.

El Ministerio de Economía de la Argentina, hasta ahora, ha sido la mejor oficina de promoción de inversiones agropecuarias de Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia. Los productores argentinos invirtieron en miles de hectáreas de soja en esos países que no tienen retenciones. Seguramente invertirán en el desarrollo de la ganadería fronteriza. ¿Para qué se creó el Instituto para la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), si solo recibe señales contradictorias e incongruentes.

El sector productivo no es el «culpable» de mayor inflación

Ámbito Financiero – 26/11/2005

El aumento del precio de la carne o del ganado, como el inexorable incremento de los precios de la mayoría de los bienes, exportables o no, se debe a la devaluación de enero de 2002. Hasta ahora, la inflación ha sido exitosamente contenida por una política monetaria que durante casi 4 años logró un adecuado “pass- through” (salida no traumática de la megadevaluación descontrolada).

Los promotores de la devaluación y pesificación asimétrica, siguiendo al pie la letra de la «argentinidad al palo» de los Bersuit , lograron mantener los salarios por el piso. Sólo unos justos pero insuficientes aumentos por decreto sirvieron para desencadenar el proceso inflacionario.

El precio de la carne o del ganado en pie y su influencia en el índice de inflación acaparó la atención de todos los medios de comunicación. Lo sorprendente ha sido cómo se trató el tema en un programa de televisión la semana pasada. Luciano Miguens, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), tuvo argumentos válidos y afirmaciones correctas , aunque nadie tiene una línea directa con la verdad. Un respetable invitado, muy vehemente y que defendía a los consumidores, hablaba desde la emoción y sin fundamento alguno; sus quejas eran sólo contra los síntomas. La diputada Alarcón, por Santa Fe, desnudó sus intenciones con solapados enojos hacia Miguel Campos. ¿Querrá ser secretaria, ahora? Por último , Raúl Rivara , el ministro de la provincia de Buenos Aires, fue el único que hizo algo en los últimos meses con el plan ganadero provincial, aunque no lo supo rescatar ni validarse a sí mismo en la pantalla chica.

El que sí previó el tema, aunque no aceptaron sus propuestas, al menos por ahora, ha sido el subsecretario Javier de Urquiza, cuando en el año 2003 diseñó el plan ganadero nacional. Tenía costo fiscal, pero infinitamente menor a los subsidios explícitos o implícitos que hoy se otorgan. Ya en ese momento era obvio que el tipo de «cambio alto» generaria una mayor demanda externa.

Retención

A fin de colaborar con el entendimiento y/o comprensión del tema, se rescata un párrafo del artículo publicado en esta columna «Sí a la retención…, pero de vientres», del mes de abril de este año «.  -Se debe promocionar el aumento del stock ganadero mediante mecanismos de incentivos y no de castigos económicos-.

En la Argentina, es un secreto a voces, que faltan entre setecientos mil y un millón de terneros. ¿Qué hacer para aumentar la oferta de terneros?. La respuesta es «Si, a la retención … pero de vientres». Y en otro art. del mes de julio, «Otra vez retenciones, qué mala leche», se resaltaba la inutilidad de la medida . -«Aumentar la retención de los productos lácteos es castigar a la actividad productiva que tanto se dice promocionar con la política del dólar alto»-.

Sin ninguna duda, se está actuando sobre el síntoma, no sobre la causa. Se actúa con fundamentos precarios para tomar decisiones sumarias.  «La causa real de los aumentos de precios son los efectos tardíos de la devaluación de 2002 y la política de mantener el dólar alto».

Las evidencias están a la vista, mejor dicho, en el bolsillo de los consumidores.  Se mantendrá la presión alcista en los precios, porque el problema es de oferta, con el agravante que ahora se induce a la matanza de vaquillonas (llegó a costar más de un dólar el kilo vivo en el Mercado de Liniers), todo lo contrario a una política de retención de vientres, que es la solución seria y de largo plazo. Realmente los aumentos de precios son síntomas de un problema mayor los efectos tardíos de la abrupta y descontrolada devaluación de 2002 .

No existen dudas de que a partir de enero de 1995 (Mercosur – OMC) hubo que aplicar una política cambiaria denominada «crawling peg» , petit devaluaciones, para salir de la convertibilidad con suavidad. Recién ahora se están manifestando los cambios de precios relativos de toda la economía .

Esto es todo y los culpables no son los apuntados (ganaderos, frigorificos, abastecedores, carniceros , supermercados , etc.). Surgen mitos, creencias, falsas premisas , dilemas y resentimientos a los gritos contra cualquiera . Contra el capital, los » ganaderos terratenientes», «la oligarquía vacuna» y / o los «parásitos intermediarios de siempre» . Este mismo mecanismo de razonamiento se instalará en la conducta de la mayoría de la población y , por expectativas, terminarán subiendo más los precios de todos los bienes de la economía.

Ahora , ya es tarde . Con más retenciones no se solucionará el problema . Las importaciones son el camino para esta  «emergencia» anunciada hace tiempo. Con sólo importar 400.000 tns de carne durante el siguiente semestre se bajará la presión en los precios de la carne, no de los otros bienes. Es más, se puede importar cuartos delanteros baratos y exportar cortes más caros en forma permanente y cumplir con los contratos . Negocio redondo , concreto y sencillo . Recordemos que la inflación es el termómetro de la economía y que imponer precios máximos , vedas o retenciones es lo mismo que poner paños de agua fria al paciente afiebrado . No hay ningún problema para que el país de la carne importe carne. Costará unos 700 millones de dólares traer carne sin hueso de países vecinos o de otros lugares. Sólo se necesitan adecuados controles sanitarios en los frigoríficos de origen.  Así, también se evitará la entrada de vaquitas sin  «pasaporte» por las fronteras secas, tal como ocurrió en el año 2000. Realmente esta medida es más eficiente que mantener el tipo de cambio artificialmente alto, costo que terminan pagando los consumidores con la inflación inducida para que la industria nacional, promovida y sobreprotegida, sea «competitiva». ¿A cuánto asciende el subsidio a los ferrocarriles? ¿Cuánto representa el subsidio implícito a la «industria nacional» de tener un dólar alto ?

El Ministerio de Economía de la Argentina, hasta ahora, ha sido la mejor oficina de promoción de inversiones agropecuarias de Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia . Los productores argentinos invirtieron en miles de hectáreas de soja en esos países que no tienen retenciones. Seguramente invertirán en el desarrollo de la ganadería fronteriza . ¿ Para qué se creó el Instituto para la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), si sólo recibe señales contradictorias e incongruentes ?

Del más polìtico de los técnicos al más técnico de los políticos