Un estudio sobre la situación actual de la tecnología en materia de irradiación de alimentos, realizado por Cynthia Tangelson para la SAGPyA y coordinado por el IICA, reveló interesantes perspectivas.
Por un lado, podemos decir que Argentina tiene una capacidad tecnológica y humana que le permiten competir de igual a igual con cualquier país de punta (como Canadá o Estados Unidos) en materia de la utilización de irradiación para múltiples beneficios.
Por otro lado, se ha manifestado un interés mundial por esta tecnología. Para esto solo hace falta ver las listas de alimentos autorizados para su irradiación en los Estados Unidos que cuenta con una de las listas más completas a nivel mundial.
Pero es tal vez más interesante, y dentro de un cuadro de integración, detenerse a observar la gran aceptación de este proceso en nuestros países hermanos.
Tal es el caso de Brasil que autorizó la irradiación de TODOS los alimentos, o de Chile que está ampliando su lista en forma creciente. En este contexto esimportante destacar que luego de 15 años de silencio, la CONAL ha aprobado recientemente la ampliación del listado de alimentos irradiados. La inclusión de la categoría de los Berryes y distintos tipos de hongos abren nuevamente el juego y apuestan a un futuro de desarrollo en temas tales como conservación, inocuidad, calidad y comercio internacional. Esta es una gran oportunidad para que la Argentina se convierta en un exportador de plantas de “llave en mano” de alta tecnología, favorecida además por ser uno de los países que dispone de la materia prima básica (Cobalto 60) el cual actualmente se comercializa únicamente como un commoditie.
Esperemos este sea solo el comienzo de un cambio positivo para el desarrollo del comercio y la tecnología del país.
Es imprescindible pensar globalmente, planificar regionalmente y actuar localmente. La agricultura orgánica, a pesar de tratarse de un tema novedoso para el hombre contemporáneo, es realmente milenaria y debe ser analizada desde esa perspectiva. A lo largo de miles de años la humanidad ha sufrido cambios, algunas veces de manera imperceptible y otras en forma abrupta. La revolución agrícola fue el primer gran cambio, sucedió hace más de 8.000 años, cuando el hombre descubrió que podía sembrar, cultivar y obtener los frutos de la tierra, dejó de ser nómade, cazador y recolector. Se tiene conocimiento que, desde hace más de 2.000 años, los agricultores ya conocían la existencia de los momentos propicios para la siembra y las épocas de cosecha, practicaban la rotación de cultivos, el reciclaje de los residuos vegetales, el manejo del suelo y la conducción del agua a fin de obtener mayor fertilidad y, por ende, más rendimientos en los cultivos.
La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llevó recientemente, como postura, a la Cumbre de Johannesburgo, tres mensajes muy claros: a) la existencia de una íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente; b) la necesidad de producir en forma sostenible y c) la urgencia de combatir el hambre en al mundo y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, o sea, el concepto de la seguridad alimentaria desde sus dos acepciones.
La agricultura orgánica
¿ Qué tiene que ver la agricultura orgánica con esta descripción poco alentadora para la humanidad y con los mensajes de la FAO ?
Con respecto a la íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente, es sabido que el agua es uno de los elementos claves para el desarrollo y marca los límites del crecimiento. Mil millones de personas carecen de acceso al agua potable, en solo 25 años más 3.000 millones tendrán serios problemas por falta de este elemento esencial, particularmente en Africa del Norte y en Asia Occidental. El agua contaminada causa la muerte de más de 2 millones de personas por año y el aire contaminado causa la muerte de más de 3 millones de personas.
No existen posibilidades de ampliar las tierras de cultivos sin realizar grandes obras de infraestructura, la mayor producción se debe lograr con mayor productividad, pero con la restricción de no dañar el medio ambiente.
Como respuesta a la FAO, la agricultura orgánicaesuna opción válida para mantener e incluso mejorar las condicionesdel medio ambiente. Los métodos utilizados, en armonía con el mismo, dado el uso de pocos insumos externos y la no aplicación de pesticidas y agroquímicos, el control biológico de plagas y enfermedades, constituyen los principalesmotivos para inducir a una difusión a mayorescala y más allá de los 5 grandes regiones mencionadas, a fin de proteger la salud humana y proteger el medio ambiente.
Para el segundo mensaje de la FAO, sobre la necesidad de producir en forma sostenible, la agricultura orgánica aporta importantes beneficios: mantiene de la fertilidad del suelo, evita la contaminación del mismo y de las aguas por el uso de pesticidas y fertilizantes y conserva la biodiversidad biológica, dada la menor dependencia de los agricultoresde las tecnologías “complejas” y, por ende, de insumos dañinos.
Y, con respecto al tercer mensaje de la FAO, la urgencia de combatir el hambre y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, la agricultura orgánica podrá realizar aportes en tres escenarios claramente diferentes: a) en la producción familiar de subsistencia, que permitirá mitigar el hambre en zonas rurales y urbanas con menores costos; b) en la producción para el mercado local, que permitirá mejorar los ingresos de los productores; y, c) en la producción para el comercio internacional, el más difundido, que permitiera satisfacer las exigentes demandas en materia de seguridad alimentaria, calidad e inocuidad. Para este último, las perspectivas son muy halagüeñas, el mercado mundial de productos orgánicos está creciendo a un ritmo impresionante. En Europa las ventas, en 1997, eran de 5.200 millones de dólares y en solo 4 años crecieron en un 76 %. Por otra parte, las ventas de productos orgánicos en Estados Unidos que en el mismo año fueron de 4.200 millones de dólares, pasaron a más de 9.200 millones en el 2001; creció a razón de un 120 % en el 1997-2001. El volumen total de ventas ha sido de casi 20.000 millones de dólares. Estos países marcan la tendencia, pero Japón que es un mercado incipiente, dio la sorpresa con un crecimiento del 133 % en el mismo periodo.
A nivel mundial la agricultura orgánica sigue creciendo a una tasa constante y sostenida, entre un 20 a 25% anual, es decir es el sector de la producción que crece a mayor tasa en el mundo, no puede ser igualado prácticamente por ningún otro. De mantenerse el ritmo de aumento de ventas de los productos orgánicos en los países de la Unión Europea y los EE. UU., se estima que el mercado será de más de U$S 100 mil millones en el año 2006, U$S 58 mil millones en la Unión Europea y U$S 47 mil millones en EE. UU.
Otra clara tendencia marcan los supermercados de estos países, los cuales juegan un rol fundamental dado que en sus estrategias de marketing se imponen ofrecer al consumidor entre 40 y 400 productos orgánicos. En Alemania existen supermercados que ofrecen, en sus góndolas, una asombrosa variedad de entre 400 y 1000 productos orgánicos. La producción orgánica de los granos básicos es infinitamente menor a la oferta tradicional y, aunque no se pretenda sustituir esas producciones en el futuro, son infinitas las posibilidades de aumentar la producción orgánica de commodities. Ello no seria suficiente para aumentar la diversidad en la oferta de productos alimenticios a gran escala, es la agricultura orgánica la que debe suplir, también esa necesidad de una mayor variedad y cantidad de productos para la alimentación de la población del planeta.
Los productos más demandados son frutas frescas, deshidratadas y en pulpa, aceites de palma y oliva, verduras de todo tipo, plantas aromáticas, soja, maíz, canola, papas y carnes. Los sobreprecios son aceptables y varían desde un 25 % superior en caso de manzanas; 52 % en naranjas, 114 % en papas y hasta 226 % en tomates.
Como la Unión Europea, EE.UU. y el Sudeste Asiático no logran el autoabastecimiento, surge una gran oportunidad para países como Argentina y otros que tienen gran capacidad para la producción de alimentos orgánicos. Este tipo de producciones es impulsada por la pequeña y mediana empresa agropecuaria y agroindustrial, con producción cuasi artesanal y con controles personalizados. Estos sistemas de producción, además, ocupan y revalorizan la mano de obra rural, característica muy importante en momentos de alta desocupación.
Argentina pasó de producir 27.900 toneladas de productos orgánicos de origen vegetal en 1999 a más de 34.000 toneladas en el año 2000; la población del país consume apenas un 10% de la producción total. Los principales destinos de las exportaciones son los principales países de la Unión Europea (85%) y EE. UU. (10,7%). Entre 1999 y el año 2000 se destaca el crecimiento de las exportaciones de los productos orgánicos industrializados con un crecimiento de casi el 200 % y el valor de las exportaciones fue superior a los U$S 60 millones. En este contexto, Argentina tiene una gran oportunidad, la cual no es suficientemente aprovechada por falta de perspectiva global y por exceso de conflictos intestinos institucionales que no permiten ver la gran problemática global. El país es altamente competitivo, dado que posee todos los climas y todos los suelos, tiene una alta capacidad de expansión de la frontera agrícola, las 24 millones de hectáreas utilizadas pueden ascender a 36 millones más incluyendo la forestación; del 1,5 millones de hectáreas bajo riego, solo se utilizan un 50 %; las 500 mil hectáreas dedicadas a la fruticultura pueden triplicarse sin problemas; la mano de obra, en parte desocupada, puede rápidamente incorporarse al proceso productivo. La industria alimentaria, estratégica por cierto, es la base para la recuperación y el desarrollo económico, además de definir el perfil industrial del país. Hoy en día la cuestión sanitaria, la calidad , la inocuidad y las trazabilidad de los alimentos es excluyente. El subsector de producción de cítricos de exportación de la región noreste cuenta, en funcionamiento, con el primer sistema de información on line de América y quizás de otras regiones, sobre la trazabilidad de los productos, incluyendo la identificación de lotes habilitados por los servicios de sanidad vegetal, (www.corenea.com.ar). Dado que los agricultores necesitan seguir reglas muy estrictas, previo a que sus productos puedan ser certificados como orgánicos, es recomendable regular paralelamente los mercados locales y promover la producción integrada y de cultivos orgánicos en huertos familiares para mejorar tanto la seguridad alimentaria.
La agricultura tradicional de alta tecnología y la agricultura orgánica tienen cabida en el inmenso territorio, soloesnecesario producir en forma sustentable, con una adecuadaestrategia de inserción en los mercados y una continua política de promoción comercial, procurando “poner en valor” las produccionesregionaleso locales. Argentina ha hecho lo suyo, pero puede hacer mucho más y convertirse en el mayor productor de alimentos orgánicos del mundo, tanto por cantidad como por calidad.
Actualmente tiene una superficie demás de 3 millones de hectáreas certificadas, el 77% de Latinoamérica, superficie casi igual a la suma de todos los países de Europa. Pero lo más importante es que puede multiplicar esa cifra sin competir con otros tipos o modalidades de producción. Ha sido uno de los primeros países en disponer de normas aceptadas internacionalmente, y desde 1992 cuenta con normas oficiales para las producciones vegetales y desde 1993 para los productos de origen animal. Cuenta, además, con una Ley Orgánica Nro. 25.127, sancionada el 4 de agosto de 1999 y promulgada el 8 de septiembre de 1999 y se destaca por la seriedad y confianza del sistema de certificación y control. Un cohesionado sector privado, nucleado en el MAPO, trabaja mancomunadamente con el sector público, para resguardar que dicho sistema sea eficiente, seguro y permanente.
Las cuestiones claves son cómo utilizar los recursos disponibles de tierras y aguas para producir alimentos para todos; promover el desarrollo económico y eliminar la pobreza; y al hacerlo, cómo abordar las consecuencias para el medio ambiente de las actividades humanas, como el cambio climático mundial y la pérdida de la diversidad biológica.
Se puede afirmar que la Argentina ha hecho todos los deberes y los ha realizado bien, pero falta mucho para aumentar sustancialmente la facturación de la actividad en su conjunto. Por ello, es imperioso impulsar una gran acción en el campo de la investigación y experimentación en todos los aspectos de la actividad, es fundamental la capacitación técnica de los extensionistas y la formación de más expertos. Es necesario brindar, por todos los medios posibles, un fuerte apoyo técnico y de logística a los productores orgánicos, que contribuya a resolver los problemas relacionados con el manejo de las producciones, los procesos de reconversión y la restauración de los ecosistemas dañados. Es imprescindible la puesta en marcha de un programa de desarrollo de la agricultura orgánica que contemple acciones inmediatas en las distintas áreas para acelerar el crecimiento de la actividad.
Estas son las perspectivas y el marco para apoyar el desarrollo de una actividad prometedora. Tan como siempre arenga, el Dr.Carlos Van Gelderen, experto en sanidad animal argentino: “es fundamental pensar globalmente, planificar regionalmente y actuar localmente”.
(*) Jesús Leguiza es economista, MIB y ex subsecretario de Agricultura, Ganadería y Forestación de Argentina (1993/1998), colaboró en la selección de antecedentes y análisis de información la Ing. Agr. Luciana Elustondo (UBA), teniendo en cuenta especialmente informes del Dr. Pedro O. Gómez y material bibliográfico de la FAO, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible de Johannesburgo, Cumbre de Río de Janeiro (1992), Organización Mundial de la Salud, Federación Internacional de Movimiento de Agricultura Orgánica, entre otros.
A lo largo de miles de años la humanidad ha sufrido cambios, algunas veces de manera imperceptible y otras en forma abrupta. La revolución agrícola fue el primer gran cambio, sucedió hace más de 8.000 años, cuando el hombre descubrió que podía sembrar, cultivar y obtener los frutos de la tierra, dejó de ser nómade, cazador y recolector. Se tiene conocimiento que, desde hace más de 2.000 años, los agricultores ya conocían la existencia de los momentos propicios para la siembra y las épocas de cosecha, practicaban la rotación de cultivos, el reciclaje de los residuos vegetales, el manejo del suelo y la conducción del agua a fin de obtener mayor fertilidad y, por ende, más rendimientos en los cultivos.
Posteriormente, no más de 250 años atrás, se produce el segundo gran cambio, la revolución industrial; la aparición de la máquina de vapor marcó el inicio de una nueva era caracterizada por la producción en serie. El hombre rural se convierte en asalariado y habitante de ciudades, pasa de producir para él y su núcleo familiar a ser consumidor de lo producido por otros. Se inicia en el trabajo fuera del hogar, nace la especialización, la vida en las ciudades, el intercambio comercial a gran escala y el uso intensivo de los recursos naturales. Al poco tiempo Malthus ya alertaba sobre el desequilibrio entre el crecimiento de la población y la producción, básicamente la de alimentos, la primera crecía en progresión geométrica y la otra en progresión aritmética.
Población mundial
La población mundial, se triplicó en los últimos 70 años del siglo 20 hasta llegar a los 6.100 millonesde habitantes, con una tasa de crecimiento que no merma. Se prevé que en el año 2.030, la misma rondará los 8.000 millones y que en el año 2.050 será de 10.900 millones. Cómo se alimentará la población mundial atendiendo que solo el 11 % de la tierra es cultivable y que el agua dulce es muy escasa a pesar de que la superficie del planeta está compuesta por un 75 % de agua. En el último siglo, el consumo de agua se multiplicó por seis y duplicó la tasa de crecimiento de la población. A medida que aumenta la población se demanda más agua, alimentos, energía y se pone en peligro el medio ambiente y la sostenibilidad secular de la economía.
El mundo se encuentra ante un verdadero problema, el crecimiento de la población es de unos 80 millones por año, la concentración en la ciudades continúa, la emigración de las zonas rurales a las ciudades es a razón de 160 mil personas por día, prácticamente nace una ciudad por día, y cada año esa nueva población necesita consumir agua equivalente al caudal del río Rhin. Los recursos naturales se deterioran y la tierra se degrada, la biodiversidad se depreda, el agua se contamina. Las tres cuarta parte de población tiene problemas de alimentación y unos 840 millones de habitantes sufren de problemas de hambre, sin mencionar los problemas de salud y mucho menos de educación.
A su vez, los recursos naturales, la población y la producción de alimentos están desigualmente distribuidos en el mundo. La urbanización es un problema a gran escala, las ciudades crecen aceleradamente, se estima que con una tasa igual al doble de la tasa general de crecimiento de la población, y en las regiones menos adelantadas del mundo, se prevé que en los próximos 25/30 años se duplicará el número de residentes urbanos.
Las ciudades, actualmente, ya no están preparadas o equipadas para albergar a nuevos residentes y en muchos centros urbanos la mitad o más de la población está viviendo en villas de emergencia, que son sumamente vulnerables a acontecimientos catastróficos como inundaciones, tormentas o terremotos.
El agua escasea…
El 3% de toda el agua del mundo es dulce, la 3/4 de toda el agua dulce es inaccesible (polos y glaciares). Sólo un 1% es agua dulce superficial fácilmente accesible. El 1 % del consumo es desalinizada (muy cara) Del total, sólo un centésimo del 1 % es accesible para uso humano En los últimos 70 años la población se triplicó, y la utilización del agua de sextuplicó. Hoy se utiliza el 54 % del recurso agua disponible; en el año 2.025 se utilizará el 70 % y llegará al 90 % si se usa con igual intensidad que en los países desarrollados. Hoy 1.700 millones viven en cuencas con escasez y serán 2.400 en 20 años. En 2050, 4.200 vivirán con menos de 50 litros por día (BWR)
Las tierras cultivables son también escasas … El 28 % de la tierras es demasiado seca y no se puede destinar a los cultivos y el 23 % tiene problemas químicos. El 22 % es demasiado superficial, el 10 % es demasiado húmeda y el 8 % es permagélido. Solo el 11 % de las tierras disponibles en el mundo no tienen limitaciones actuales para el agricultura. Entre 1950 y el 2000 disminuyó a la mitad la cantidad de tierras cultivas con cereales: de 0,23 ha a 0,12 ha por habitante.
Las zonas rurales, por otra parte, también están expuestas a crecientes presiones, debido a ese rápido crecimiento demográfico que a su vez, presionan sobre los recursos naturales y ambientales; los cuales van quedando drásticamente reducidos o deteriorados por el uso excesivo y la explotación comercial.
En este marco secular, estamos transitando por las vías de una tercera gran revolución, la cual todavía no puede ser bautizada con precisión: será denominada seguramente, dentro de algunas décadas, como la revolución de la tecnología, la revolución de las comunicaciones, la revolución del conocimiento ó la revolución de la información. Este nuevo cambio mundial se inició, en los años 50 del siglo pasado, cuando el número de trabajadores de mameluco azul, obreros de las fábricas que producen bienes, fue superado por el número de trabajadores de cuello blanco de las empresas que prestan servicios.
La globalización ha aumentado la riqueza mundial y ha estimulado el crecimiento económico, pero también, es necesario reconocer, que ha aumentado la desigualdad en el nivel ingreso de las personas y la degradación del medio ambiente. La pobrezaestá empujando a muchas personas a aumentar la presión que ejercen sobre frágiles recursos naturalespara poder sobrevivir.
Los alimentos no llegan a todos…
Un tercio de la población mundial carece de seguridad alimentaria. Más del 10 % de la población mundial, 828 millones de personas, sufren de desnutrición crónica. En África subsahariana la población con hambre creció de 196 millones a 210 millones en el periodo 90/92-94/6 y en Asia Meridional dicha población creció de 237 a 254 en el mismo periodo. El 70 % de las especies de peces está amenazadas. Entre 1950 y el 2000 disminuyó a la mitad la cantidad de tierras cultivadas con cereales: de 0,23 ha a 0,12 ha por habitante. De 1999 al 2020 se deberá producir un 40 % más de cereales.
El mundo tendrá que alimentar a 8.000 millones de personas en 2030. ¿Qué métodos de producción existen para lograr sin dañar el medio ambiente? Entre 1990 y 1997, la cosecha mundial de cereales aumentó un 1% anual, proporción inferior a la tasa media de crecimiento de la población, de 1,6% en el mundo en desarrollo.
Cinco grandes regiones
Existen 5 grandes regiones en el mundo que disponen de tierras aptas y en grandes extensiones que pueden producir alimentos para la enorme población mundial, ellas don: la cuenca del Misisípi y la cuenca del Plata, la cual contiene a la pampa húmeda argentina en América, ambas en condiciones competitivas y con volumen suficiente para producir y exportar alimentos. Asia dispone de tierras en la cuenca del Ganghes y en las llanuras de la China pero con problemas de distinta naturaleza. Las tierras del norte de la India están demasiado degradadas y deben proveer alimentos a los ya 1.000 millones de habitantes; las zonas productivas del país que alberga la mayor población mundial, la China con más 1.200 millones de habitantes, sufre devastadoras acciones del clima, extremas inundaciones y largas sequías de forma alternada y recurrente. El Río Amarillo quedó sin agua en 600 Km. en 1990 y durante 226 días en 1997. China solo puede concentrarse en producir alimentos para sus habitantes e incluso debe importar en grandes cantidades, como sucede con productos como el maíz y la soja. La otra gran regiones Ucrania en Europa.
Solo 15 especies de cultivos proporcionan el 90 % de los alimentos. El trigo, el arróz y el maíz son el alimento básico del 66 % de la población, a su vez,estos granos se caracterizan por participar muy poco en el comercio mundial.
China, India, Indonesia y Bangladesh producen el 70 % de arroz del planeta, 600 millones de toneladas, sin embargo este último país que produce 37 millones de toneladas debió importar, en el año 2000, más de 1,3 millones de toneladas por año. Estos cuatro países tienen una población total de más de 2.700 millones de habitantes, y por lo tanto deben dar prioridad a la producción para el consumo interno.
La producción de trigo en el mundo ha sido de 584 millones de toneladas en el año 2000. China e India son también los primeros productores de trigo del mundo, sin embargo no exportan, Los países exportadores de trigo, por excelencia, son EE.UU., Canadá, Francia, Australia y Argentina, quienes abastecen más del 80 % de las exportaciones mundiales.
La producción de maíz es un poco superior a la producción de trigo e inferior a la producción de arroz, siendo EE.UU. el mayor productor y mayor exportador. Al igual que la soja, cuya producción mundial ha sido, en el mismo año, de 161 millones de toneladas.
Estas producciones requieren grandes extensiones de tierra y una alta tecnología para lograr altos rendimientos y bajos costos, pero la misma es cuestionada, sobre todo en las producciones más difundidas (soja y maíz), dado que los exportadores usan material genéticamente modificado,” transgénicos”.
La Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llevó recientemente, como postura, a la Cumbre de Johannesburgo, tres mensajes muy claros: a) la existencia de una íntima vinculación entre la agricultura y el medio ambiente; b) la necesidad de producir en forma sostenible; y, c) la urgencia de combatir el hambre en al mundo y proveer alimentos sanos e inocuos para todos, o sea, el concepto de la seguridad alimentaria desde sus dos acepciones.
(*)Escrito para el libro «La agricultura orgánica en la Argentina». Material bibliográfico de la FAO, Cumbre Mundial sobre el Desarrollo sostenible de Johannesburgo, Cumbre de Río de Janeiro (1992), Organización Mundial de la Salud, Federación Internacional de Movimiento de Agricultura Orgánica, entre otros.
En momentos muy difíciles como éstos no queda tiempo para buscar culpables, sea un hombre, un grupo de hombres, una ideología predominante o nostálgica, un modelo o un sistema. Si las cosas están mal es seguramente por un conjunto de factores concurrentes, simultáneos y negativos (ineptitud o conspiración?). Las causas provienen del pasado, del presente y también del futuro (expectativas negativas). De lo que no hay duda es que nada se soluciona señalando a unos y a otros (sean personas, políticas, privatizaciones, bancos, capital extranjero, devaluador, pesificador, etc). Todos son (somos) culpables de todo, como ese viejo monólogo de Tato Bores: “Quién es el culpable” ó, como seguramente es en realidad “todos somos culpables de algo”, ya sea por error u omisión.
Solo tiene sentido, para el bien general, la búsqueda de soluciones aunque sean para enfrentar problemas parciales. No hay ninguna duda que la agricultura, en su sentido amplio, ha sido y es un sector que puede dar una mano muy grande al país. Tiene la mayor y más veloz capacidad de reacción. Así lo demostró en la década del noventa en la que respondió perfectamente:
a) a la disminución de aranceles de importación (se adquirió masivamente tecnología, equipos e insumos);
b) a la desregulación económica (el estado no intervino en la formación de los precios);
c) a la eliminación de las retenciones (el estado no se apropió de la renta ajena);
d) al ingreso y libre disponibilidad de las divisas provenientes de las exportaciones,
Con el esfuerzo de los productores y demás agentes económicos, el campo obtuvo, en la campaña 19976/1997, una cosecha record hasta ahora insuperable.
Además de la contribución que realiza la producción de granos, aceites y otros productos pampeanos, todavía existe lugar para que la forestación y la fruticultura den lo suyo. Estos dos subsectores pueden ayudar a ocupar mucha mano de obra en el campo y sobre todo en las provincias que tienen condiciones especiales, prácticamente todas.
El sector forestal creció, tanto en la faz primaria como en la industrial. El Estado ayudó, acompaño y consolidó este proceso mediante dos instrumentos claves: la Ley de Promoción Forestal Nro. 25.080, sancionada a fines de 1998 y la Ley de Derecho Real de Superficie Forestal, sancionada en el 2001. A manera de anécdota recuerdo, una vez, cuando en el Congreso de la Nación me dijeron: “El derecho real de superficie forestal que ustedes quieren implica modificar Código Civil” -Si, efectivamente era eso-. En realidad, era incorporar un derecho real más al Código Civil, algo sencillo, pero que a nadie se le ocurrió en el país desde la época de Vélez Sarfield.”
El Derecho Real de Superficie Forestal, Ley 25.509, es una figura que permite separar el suelo (la tierra) del vuelo (lo implantado sobre la misma). Es importante porque permite la realización de inversiones forestales, sin necesidad de comprar la tierra (que representa el 50 % del costo) y con plena seguridad jurídica para propietario de la implantación, éste solo debe pagar arrendamiento por el uso de la misma. Aunque una propiedad esté hipotecada, el inversor no corre peligro, dado que dispone de una escritura pública que garantiza el derecho real que tiene sobre la forestación.
La incorporación del derecho real de superficie forestal, ha sido una solución parcial para un problema general, pero es quizás más importante que cualquier reforma agraria u otro mecanismo de utilización o “apropiación” de la tierra.
Ahora, el país necesita una mano, dos y muchas más, es momento de crear un nuevo derecho real de superficie, en esta oportunidad se necesita avanzar sobre el derecho real de superficie frutícola.
Desde Jujuy y Misiones, como extremos del norte del país, hasta los valles patagónicos de Santa Cruz y Tierra del Fuego, existe suficiente historia, experiencia, infraestructura, tecnología para un mayor desarrollo de la fruticultura. Los cítricos, peras y manzanas, uvas, frutas finas, nueces, aceitunas, son producciones aptas y con mercados de exportación.
Se puede incorporar miles de hectáreas de tierra al proceso productivo, se puede realizar la reconversión otras miles de hectáreas de cultivos existentes sin necesidad de crear obras de infraestructura nuevas, que cuestan millones de pesos, sin necesidad de realizar reformas agrarias o iniciar otra “Campaña del Desierto”.
Para el “derecho real de superficie frutícola” no se necesita presupuesto, solo la buena voluntad de personas idóneas y legisladores dispuestos a ayudar a sus propias economías locales.