Asunción como Subsecretario de Economía Agraria – 02 de septiembre de 1993


Asunción como Subsecretario de Economía Agraria – 02 de septiembre de 1993
Por: Juan Martín Rebolini
Celebro el artículo publicado por Jesús Leguiza en Ambito Financiero, con una muy clara descripción de la necesidad de Argentina de contar con una política agropecuaria y agroindustrial que promueva su crecimiento en base a las exportaciones.
Causa estupor los trascendidos de las nuevas medidas económicas que indican que la devaluación del 30% sería acompañada de control estricto y desdoblamiento del mercado cambiario y reinstauración de las retencionesa las exportaciones.
El sector agropecuario argentino y la cadena agroindustrial atraviesan por una de las situaciones más críticas de su historia, a pesar que la incorporación tecnológica y la incorporación de nuevas superficies a la producción han permitido un aumento del 50% en los volúmenes producidos en los últimos 10 años.
Al momento actual, han desparecido más de 150 mil productores y el interior del país es un claro ejemplo de políticas erróneas durante los últimos 20 años, con la única salvedad del período 1991/95, cuando la desgravación de las actividades productivas y la desregulación de los mercados permitió un proceso intenso de inversiones y crecimiento.
El desarrollo del sistema comercial argentino alcanzó los niveles de mayor eficiencia a nivel internacional de manos de una actividad privada desregulada, con el desarrollo portuario, infraestructura de almacenaje, acondicionamiento y procesamiento; los mercados de futuros y opciones en dólares; instrumentos financieros como prefinanciación de exportaciones y warrants.
La situación económica y financiera de la cadena agroalimentaria en su conjunto no soportaría volver al desdoblamiento cambiario y retenciones a las exportaciones, por los siguientes motivos:
– Precios internacionales de los commodities agropecuarios en sus niveles más bajos históricos como consecuencia de los altos subsidios a la producción en los países centrales, protección en países importadores y crisis económica global.
– Muy alto endeudamiento del sector en dólares y elevada descapitalización, y falta total de financiamiento a partir de esta última campaña debido a la suspensión de programas de las principales proveedoras de insumos y ausencia total del sistema financiero tanto privado como público al vaciarse también el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
– Graves pérdidas por inundaciones en el núcleo de la región agrícola.
– Economías regionales como el arroz, el algodón, el maní, etc., diezmadas por pérdidas de mercado y aumentos recurrentes de carga tributaria durante los últimos 4 años.
– Aumento sostenido de la carga tributaria sobre el sector que se intentó disimular con los planes de competitividad. Crecimiento de los créditos de IVA y ganancias de la cadena comercial en su conjunto, y en la exportación agravada por el retraso en la devolución del IVA.
Si una devaluación del 30%, es acompañada por eliminación del factor de convergencia (5%) y de los reembolsos para productos con valor agregado, reimplantación de retenciones (se especula con un 10%) y desdoblamiento cambiario que podría impulsar una brecha del 10% entre el tipo de cambio comercial y libre, se perdería para el sector todo beneficio de la devaluación y en cambio le quedaría por afrontar las obligaciones en dólares contraída por las inversiones realizadas durante la última década y con el encarecimiento de sus insumos en su mayoría importados o dolarizados.
En definitiva, quiero aún soñar con una Argentina exportadora de valor agregado, donde se observe un crecimiento armónico del interior del país con las grandes ciudades de manos de los sectores productivos privados. Y donde el sector público y el sistema financiero, hoy quebrados, pero que han vivido una gran fiesta durante varias décadas, sean quienes asuman el costo del quebranto de la Nación que han causado. Para la recuperación del país, es fundamental que haya justicia y seguridad jurídica.
El nuevo gobierno que ha logrado juntar un gran acuerdo de voluntades políticas, espero que tenga la grandeza de imaginarse una nación grande e imitar a quienes como Brasil, han transformado su sistema de administración federal y han impulsado un tremendo crecimiento de la economía desde el interior del país.
Ámbito Financiero, 03/01/02
Por Jesús Leguiza
El sector agropecuario se enfrenta, en éstos días, un tiempo de dificultades que exigen a la adminstración pública sectorial acciones rápidas y eficientes. Ya hace más de una semana que los mercados granarios no operan. Desde el gobierno se debe trabajar contra reloj para resolver este tema que excede lo meramente agropecuario, pero que impacta directamente en el sector que más divisas generó, genera y generará para nuestro país. Si el campo exporta en dólares debe seguir cobrando en dólares billete.
La incertidumbre sobre el tipo de cambio, la liquidación de divisas y la política monetaria han frenado también todas las operaciones internas: la venta de productos (trigo principalmente), la compra-venta de insumos y hasta las contrataciones de servicios. Más allá de las medidas que se anuncien, es importante que el sector defienda lo suyo, lo genuinamente suyo. El gobierno debe ser consciente del aporte que la cadena agroindustrial ofrece a la economía Argentina y, por ello, debe mantener el reconocimiento histórico dado en los ’90.
En este sentido, es fundamental que se dejen atrás viejos fantasmas, como los de las retenciones a las exportaciones, que durante casi 30 años frenaron al campo y cuya eliminación (junto la liquidación libre de divisas) generó el despegue de nuestra agricultura en la última década. Un despegue no menor, de 40 millones de toneladas a casi 70 millones de toneladas de granos y otros productos.
Defender lo suyo es no aceptar “políticas de Estado” de precios diferenciales, retenciones, imposiciones distorsivas, tipos de cambio diferenciales (comercial y financiero), tasas de interés altísimas y cualquier otro tipo de regulación o “intervención” burocrática de los mercados.
Volviendo a lo inmediato, se debe buscar restablecer el normal funcionamiento de los mercados y la cadena de pagos, es urgente !!!. Es una prioridad y obligación de la gestión pública agropecuaria que, en el corto plazo (60 días), se resuelvan los problemas de endeudamiento y financiamiento del sector. Al mismo tiempo, se deben encarar gestiones con las empresas proveedoras e importadoras de insumos y los bancos para acelerar la puesta en marcha de los créditos de la próxima campaña.
A diferencia de otros sectores de la economía, el campo y la producción de alimentos está y no se encuentra con las manos vacías. Por ejemplo, las estimaciones de producción de granos indican que podrían superarse los 67 millones de toneladas de la campaña pasada. Es nuestro deber, como argentinos, que este esfuerzo productivo sea reconocido y se potencie como una fuente de riqueza tanto para el sector como para la recuperación argentina.
Por ello, quiero destacar que el Gobierno debe mantener los Planes de Competitividad, cumplir con las leyes especiales (forestal, pesca, lanas, tabacos, etc) y generar nuevas herramientas que sustenten el crecimiento del sector para una rápida la reactivación de la economía . También, por este motivo, considero muy importante el rol del Instituto Nacional de Semillas (ahora Dirección, INASE), el SENASA y el INTA como garantes de una política, sanitaria, de la investigación científica y de desarrollo biotecnológico, acorde con las demandas de los mercados más exigentes.
La reaparición de la aftosa, que fue un duro golpe para nuestro sistema sanitario y para el sector de ganados y carnes, nos hizo retroceder a los peores años de la ganadería Argentina. La sanidad animal, debe ser una prioridad, pero nó la única . En los últimos trimestres del 2001 se ha trabajado duro para revertir esta situación, pero en el 2002 se deben multiplicar los esfuerzos para la erradicación definitiva de los focos. El esfuerzo debe ser de todos, los productores y el estado. De nada sirven las políticas de la chequera fácil. Este tema, el de la aftosa, se debe resolver cuanto antes para recuperar los mercados perdidos.. La sanidad vegetal también es fundamental, no se pueden ocultar los problemas sanitarios, se pierden mercados y lo que es peor se pierde confianza y credibilidad en el mundo.
Mientras se trabaja como un bombero para resolver los problemas de corto plazo, se debe además elaborar un Plan de Acción a 2 años y pergueñar (¿?) un Plan Estratégico internacional de largo plazo que ofrezca políticas seguras para el agro y la industria vinculada. Estas políticas serán la base para una nueva Revolución de las Pampas; solo así, sin voluntarismos vacíos, el país podrá crecer en forma sustentable en lo productivo y agregando valor en lo industrial.
Pensemos. ¿qué distinta sería la realidad del país?, si el campo pudiera superar los U$S 9.000 millones de exportaciones en productos agroalimentarios que se generaron en el 2001; esto hecho constituye uno de los principales aportes de divisas genuinas al país. Debemos estar convencidos que ante la disminución de inversiones directas del exterior, el rol de la exportación será esencial.
Debemos generar las políticas que promuevan tanto la producción como la exportación, de productos primarios y elaborados; que faciliten la inversión en investigación, tecnología e infraestructura y, que logren un marco de estabilidad y previsibilidad para el desarrollo de la actividad; solo así podremos “cambiar el rumbo” de nuestro país, y volver a instalar la esperanza en un futuro próspero para el campo argentino.
Es condición necesaria que la conducción pública agropecuaria tenga una clara visón estratégica, un conocimiento sistémico de las cadenas de valor, que se inspire en el interés general, que pueda observar los hechos sin mesquindades subsectoriales, que sepa ver los cambios globales e institucionales, que razone como un científico y que sea sagaz como un buen político y, sobre todo, que pueda actuar rápidamente, en lo micro, para aprovechar las oportunidades comerciales, tanto para los productos pampeanos como los ofrecidos por las economía regionales.
Y es condición suficiente reconocer que el campo es patrimonio nacional y que solo se defiende con firmeza no abandonando el principio básico que lo sustenta: de libertad de mercados, sin regulaciones caprichosas, arbitarias. La excepción, está en mantener o ampliar las políticas “activas” de ayuda al pequeño productor en situación de pobreza, principalmente del NEA, NOA y la Patagonia.
El nuevo secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Jesús Leguiza, negó que el Gobierno intente reimplantar las retenciones.
«El crecimiento espectacular que tuvo el agro en la década del noventa fue después de haberse eliminado las retenciones; el productor se puede quedar tranquilo de que no volverán», afirmó el funcionario.
El nuevo titular de la cartera del campo tiene 50 años, es economista y fue subsecretario de Agricultura durante las gestiones de Felipe Solá y Marcelo Regúnaga en esa área durante el gobierno de Carlos Menem.
Leguiza dijo, además, que su prioridad en los próximos 60 días será «la recomposición de la cadena de pagos» del sector que se encuentra paralizada. Y que procurará que se vayan eliminando las trabas existentes para el financiamiento de la nueva campaña agrícola. «Las regiones que sufrieron las inundaciones también serán mi prioridad», añadió.
También se manifestó en favor de continuar con los planes de competitividad y se comprometió a regularizar las deudas atrasadas con yerbateros, frutihorticultores y algodoneros que fueron incluidos especialmente en estos programas. La deuda supera los 45 millones de pesos y será saldada en Lecop o en argentinos.
Confirmó en sus cargos al titular del Senasa, Bernardo Cané, y al del INTA, Hugo Cetrángolo.
Asume hoy en la Casa de Gobierno y en ministerios una veintena de nuevos funcionarios. Se los nombra por tres meses, pero los envuelve la esperanza de quedarse varios años si este interregno se extiende, como pretenden algunos. La asunción más comprometida es la del economista David Expósito, a cargo del Banco Nación, de donde se va el delarruista Enrique Olivera. Hay varios regresos de la era Menem a los mismos puestos, como Jesús Leguiza a Agricultura, Daniel Meilán a Minería y Oscar González a Comunicaciones. Un hombre con experiencia en la Auditoría General de la Nación como Julio Casavelos será el encargado del área jubilaciones en la clave Secretaría de Seguridad Social. Una vacante anunciada es la de Rodolfo Barra en esa Auditoría, que ahora pasa a la oposición radical.